PURA FICCION 1.
Evolución Forzada.

Para un humano, el mayor inconveniente para realizar viajes interplanetarios es su
propio cuerpo. La composición de un cuerpo humano está adaptada a las
condiciones de este planeta. Básicamente es agua y yeso, materiales pesados
muy poco estables y fáciles de alterar. El agua puede pasar de líquido a sólido o a
gaseoso, en ambos casos el cuerpo muere, por congelación o por evaporación. El
yeso, sin el efecto de la gravedad, pierde la dureza volviéndose frágil hasta el
punto que ya no soporta los órganos en su sitio. Pero el mayor inconveniente es la
necesidad constante de tener que respirar una determinada combinación de
gases, fundamentalmente oxígeno.
Para paliar todos estos inconvenientes, hasta ahora, se ha recurrido a diseñar
artilugios de aislamiento para proteger el cuerpo dentro de un recipiente con todo
lo necesario para que no muera. En la práctica, lo más costoso de un viaje por
interplanetario es mantener a las personas vivas y sanas, si pudiésemos prescindir
de eso, los gastos serían muy inferiores.
Creo que hay que plantearse las cosas de manera totalmente distinta, y una de
ellas es lo que Yo llamo: “EVOLUCION FORZADA” y me gustaría que el término,
“Evolución Forzada”, fuera relacionada con, Herminio Fernández.
Ahora mismo esto no es más que una teoría, pura ficción, pero no hace mucho, lo
que estoy haciendo con mi teléfono, también lo era.
Aceptando el término “Evolución Forzada”, lo primero sería abrir un gran debate
para plantearse lo que esto conlleva. A los astronautas habría que crearlos. Se
podrían crear niños capaces de soportar cambios de temperatura extremos. Qué
no necesitasen beber en años. Qué se alimentasen de energía solar. Qué no
durmieran o que durmieran años seguidos. Añadir a la piel tatuajes de chips y
células fotovoltaicas. Cambiar huesos de yeso por huesos de aleaciones
metálicas. Incrustar microcámaras en el cerebro para poder ver cosas sin ser a
través de los ojos. Sustituir órganos naturales por otros artificiales. Instalar un
sistema de alimentación alternativo, de manera que podamos eliminar todo el
aparato digestivo. Podría estar semanas describiendo fórmulas, por ahora me
quedo con lo que tengo.
“EVOLUCIÓN FORZADA”. En castellano, y no doy permiso para que sea
traducido. Se tiene que llamar así también en China, ¿vale? ¡Y si no, me enfado...!

* * *

PURA FICCIÓN 2.
¡Extinción!

Hace veinte años, cuando expuse Mi teoría sobre la, “Evolución Forzada”, muchos
nobles caballeros y castas damas, rajaron sus vestiduras elevando gritos al cielo.
- ¡Nunca permitiremos qué tal cosa suceda! -Decía el profesor, Cascara, ante una
comisión de expertos. Tras mojar los labios con el agua del vaso, continuo.
Estamos en 2060, desde 2020, la población humana ha descendido casi en dos
mil millones de personas. Hemos sufrido veintisiete pandemias y no hay luz al final
del túnel. Los antibióticos ya no tienen efecto, los virus se han vuelto
incontrolables. La medicina, en general, se enfrenta a una crisis masiva, más de un
laboratorio se ha arruinado apostando por un medicamento que fracasó. Cuándo
vamos a dejar los cargos de conciencia para afrontar el problema. Hace veinte
años ya expuse que cuando una población consta de una única especie, el riesgo
de extinción aumenta. Hemos visto desaparecer, felinos, cánidos, cérvidos,
marsupiales, pero muchos aún sobreviven porque sus poblaciones constan de
varias especies y cuando una se extingue, otra ocupa su lugar y progresa.
Sabemos que, en el pasado, hubo diferentes humanidades, todas desaparecieron,
incluso la nuestra estuvo a punto de perecer. En un determinado momento hubo
menos de cien mil humanos en todo el planeta. Desde que expuse Mi teoría me
han dicho de todo, pero poco bueno. Aun así, sigo opinando lo mismo. Tenemos
que variar nuestra población. Tenemos que crear nuevas especies de humanos.
Especies que se adapten mejor a los cambios ambientales. Que puedan vivir en
los bosques y en los páramos, porque nosotros ya no podemos. La vida en las
ciudades nos ha hecho tan dependientes que nos es imposible sobrevivir en un
medio hostil. Mucha gente ha intentado regresar a la naturaleza, todos han
fracasado. Tenemos los conocimientos, tenemos las herramientas, y podemos
crear especies nuevas. Habrá errores, habrá fracasos, pero lo podemos hacer
como ya lo hemos hecho con algunos animales. Es hora de dejarse de majaderías
y moralidades. Sabemos cómo funciona la naturaleza, pero no queremos darnos
cuenta de que ella no está por nosotros. Nos ha creado, nos ha hecho inteligentes,
nos ha dotado de todo lo necesario para ser dueños de nuestro destino, sí no
aprovechamos lo que tenemos, pereceremos como simples animales. Señoras,
señores, reflexionen seriamente y consideren si vale la pena perpetuar la
humanidad creando especies nuevas, o nos resignamos a que la naturaleza, el día
menos pensado, nos barra de la superficie de la Tierra. Gracias por su atención.

* * *

PURA FICCIÓN 3.
Con la Iglesia hemos topado.

A continuación, subió al escenario un tipo alto, corpulento y con cara de pocos
amigos, tras ordenar los papeles sobre la mesa miró a los allí presentes y dijo:
- Antes de nada, quiero felicitar a mi antiguo conocido, el profesor Don Leoncio
Crascara Loureiro, por su convincente e interesante exposición. Por cierto,
profesor, en el capítulo anterior, el narrador, le llamo, profesor Cascara. Creo que
se merece un toque de atención, a ver si pone más interés y no va nombrando a la
gente como le viene en gana...
- ¡Perdón...perdón! Soy el narrador, tengo que decir que Yo, puse el nombre
correctamente, ha sido el ordenador quien hizo la rectificación.
- A ver si pone más atención. -Contesta el tipo con cara de pocos amigos. -Hay
que ser más profesionales.
- Yo soy un profesional, y perdone que le diga que parece Usted, un corregidor
barato. Le recuerdo que soy el narrador y también el guionista, y le acabo de crear
para que exponga el punto de vista de la Iglesia sobre la, “Evolución Forzada”.
- Crear, solo puede crear Dios, usted me ha, inventado.
- ¡Bueno! Pues le he inventado y le he nombrado Obispo. Exponga sus opiniones.
- ¡No me dé órdenes, caballero! Se muy bien por qué estoy aquí y lo que tengo que
decir.
- Yo también se lo que tiene que decir, porque soy Yo, quién pone las palabras en
su boca.
- En eso estoy de acuerdo. Pone las palabras en mi boca. Solo palabras. No se le
ocurra poner nada más.
- ¡Señor Obispo! Le acabo de inventar y ya me estoy arrepintiendo. Si lo llego a
saber le hago Cura Párroco.
- Haberlo pensado antes. Ahora soy Obispo, y solo puedo ir a más.
- Eso será si yo quiero. Cómo narrador y guionista, le puedo ascender a Papa,
pero también puedo meterle bajo las ruedas de un camión.
- No se atreverá a cometer tamaña agresión contra mi persona. ¡Quedaría
excomulgado!
- Me han excomulgado tantas veces, que ya no me va de una más. Váyase con
cuidado y no me diga dónde tengo que poner las comas.
- ¡Hablando de comas! Ya sé lo podía mirar. No anda muy acertado.
- ¡Pongo las, comas, donde me da la gana! Escribo como hablo. Me he criado en
una aldea y no he ido a la escuela.
-Eso de la aldea y no haber ido a la escuela, me parece que lo usa Usted, como
excusa. ¿Cómo ha aprendido todo lo que sabe? ¿Mediante ósmosis?
- Podría ser. Tengo la piel muy sensible.
- No estará insinuando que la, Santa Iglesia, no tiene sensibilidad.
- Eso aún no me lo he planteado. Lo que si tengo claro es que en este capítulo no
va a decir una palabra más.
¡Lo siento! Con esta discusión lo que tenga que decir el, Señor Obispo, lo dirá en
el próximo capítulo. ¡Menudo elemento!

* * *

PURA FICCIÓN 4.
Habla el Señor Obispo.

Soy el narrador y guionista de esta novela. Siento mucho la discusión que he
tenido con el personaje creado para representar a la Iglesia. Podría hacer que se
le cayera la lámpara de doscientos kilos, que está sobre su cabeza y lo dejara frito,
pero no vale la pena, me podrían acusar de, Obispicidio. Así que dejaré que, por
ahora, se desahogue, porque siempre tengo la posibilidad de ahogarlo en un
pantano. Le voy a dar permiso para que hable.
- El Obispo, don Armando Maraña Segura, toma la palabra. El nombre y los
apellidos se los ha ganado a huevo. No me mire así y hablé.
- Señoras, señores, ignoremos al masca chicles ese, y hablemos de lo que
realmente importa. Estamos aquí por una cuestión insólita, incluso diría que
ridícula, si no fuera por todo lo que implica. Le llaman, “Evolución Forzada”,
“Evolución Forzada”. Dicho así, ya suena mal, “forzada”, como si forzar algo fuera
una gran virtud. ¡Pues no lo es! Forzar algo es obligar, es imponer, es ir en contra
de las leyes de la Naturaleza. La Naturaleza no fuerza, no obliga, no impone por la
fuerza bruta. La Naturaleza crea. Crea con sutileza, crea con amor, crea con mimo,
crea con inteligencia. La Naturaleza no crea a ciegas como los topos, pero ha
creado a los topos ciegos porque bajo tierra, no necesitan ver. ¿Os dais cuenta
cuán sabía es? Si los topos están siempre en la oscuridad, los ojos no les sirven
para nada, todo lo contrario, serían una molestia, se les llenarían de tierra cuando
excavan. Dicen los defensores de esta teoría aberrante, que todo es obra del Azar
y la Casualidad. Ellos, que dicen no creer en nada, resulta que, sin darse cuenta,
han creado una Religión nueva. Sí, sin darse cuenta se han convertido en
adoradores del Dios Azar y la Diosa Casualidad, ¡hay que ver! ¡Ignorantes! ¡Ateos!
¡Yo, os excomulgo a todos! ¡Arderéis en las llamas del Infierno! Allí, Satanás, con
su horquilla al rojo vivo, os arrancará las tripas y os las volverá a meter dentro,
para volvéroslas a sacar. El sufrimiento será indescriptible. Por vuestra ignorancia,
por vuestra arrogancia, por esa roca que lleváis sobre los hombros, a la que
llamáis cabeza. Vosotros no tenéis cabeza, vosotros tenéis un pedrusco, un canto
rodado como la campana grande de la Catedral. De las rocas lo único que se
puede sacar es arena. Arena, arena es lo que tenéis por cerebro, arena y gravilla.
Por eso no podéis pensar. Por eso se os ocurren cosas insólitas, como, “Evolución
Forzada”. Tengo un gran pesar, al ver con mis propios ojos, cómo hombres de la
talla del profesor Crascara, se han pasado al lado oscuro de la Ciencia. Dicen que
quieren salvar la humanidad. Y la quieren salvar creando especies nuevas. No sé
si lo harán poniendo genes humanos a los monos, o poniendo genes de los monos
a los humanos.
Aprovechando que el Señor Obispo está tomado un trago de agua, hoy lo dejo
aquí.

* * *

PURA FICCIÓN 5.
Otra con el Obispo.

Hemos dejado al, Señor Obispo, que se tome su trago de agua pausadamente y
dejando el vaso sobre la mesa, me mira y dice:
- ¡Y tan pausadamente! Me ha dejado cuarenta y ocho horas con el vaso en la
boca. El brazo se me ha dormido, y los labios ya los tenía pegados al cristal. A ver
si la próxima vez me deja en una postura más cómoda.
- ¡Perdone! No lo he tenido en cuenta porque es Usted, un personaje de Ficción,
creado por Mí. Pero no sé preocupe, la próxima vez le dejo tumbado en una
hamaca. Le ruego me disculpé, su Santidad.
- ¡No sea blasfemo! ¡No me trate de Santidad! Solo el, Santo Padre, es digno de tal
calificativo. A Mí, me ha de tratar como, Ilustrísimo o Ilustrísima.
- Le trataré como, Ilustrísima. ¿Le parece bien?
- Me parece bien, pero, sin mariconadas, que le estoy viendo las ideas.
- ¡Pues sí que tiene buena vista! Qué Yo sepa no le he dado ningún súper poder y
menos, visión de rayos equis.
- ¡Usted que va a dar! ¡Usted no da ni las gracias! ¡Si tiene menos ideas que una
babosa! Si va a la guerra no hace falta que se ponga casco, el cascote rocoso que
tiene por cráneo, no hay bala que lo atraviese.
- ¡Mire su, Ilustrísima! Creo que soy el único autor, en toda la historia de la
humanidad, que se pelea con un personaje de ficción, creado por Él, mismo. No
me fastidie que le mando al Amazonas, a predicarle a las monas.
- ¡Le excomulgo, le excomulgo!
- ¡Se pasa la vida excomulgando, ni que fuera a comisión con el Diablo!
- ¡Váyase a hacer gárgaras al Aconcagua! Yo, no estoy aquí para discutir con un,
masca chicles. He venido a representar a la Santa Madre Iglesia, que jamás
permitirá que se lleve a cabo esa aberración conocida como, “Evolución Forzada”.
¡Quienes somos nosotros para tomar el destino de la humanidad, manipulándola
genéticamente para convertir los hombres en bestias o las bestias en hombres!
¡Acaso ya nos hemos autoproclamado Dioses! Antes de que la Iglesia, permita
semejante blasfemia, volverá el diluvio. El diluvio que anegara la Tierra
exterminando todo bicho viviente, porque está vez no se salva ni Noé.
Don Armando Maraña Segura, visiblemente irritado, recoge los papeles y tras
lanzar una mirada de odio, a un servidor, se aleja del escenario. Parecía que iba a
sentarse en su butaca, pero no, ha ido derecho hacia la salida y se ha largado.

* * *

PURA FICCIÓN 6.
Les voy a decir quién soy.

Ahora que, su Ilustrísima, se ha ido y antes de que suba al escenario otro orador,
voy a presentarme. No les voy a decir mi nombre ya que, últimamente, el trabajo
de reportero se ha vuelto, de alto riesgo. Antes, te presentabas en una zona de
conflicto y todos querían ser entrevistados. Te invitaban a quedarte, te
proporcionaban un alojamiento decente, y te ibas dejando atrás un mar de amigos.
Hoy ya te contentas con encontrar a un viejo que te cuente su cochina vida o a un
perro que te ladre. Ya tienes suerte si sales en vertical pisando suelo, y no en
horizontal, con los pies por delante, dejando atrás un charco de sangre. Soy
reportero, voy por libre, viajo a donde haga falta y vivo de lo que me dan por mis
trabajos, que cada vez es menos. Algunos colegas se han rendido porque, en los
últimos tiempos, cuanto más arriesgas menos cobras. Yo, también me estoy
replanteando un cambio de vida, por eso estoy aquí, en este teatro imaginario,
vacío de gente, que he llenado de fantasmas fruto de mi imaginación, para que
varios personajes de ficción, opinen sobre un tema que no le importa a nadie, ya
que, Yo mismo me lo he inventado y he titulado, “EVOLUCIÓN FORZADA”.
Últimamente está descendiendo la población humana y los expertos no encuentran
las claves del problema. No la encuentran porque algunos ni siquiera la buscan, lo
único que buscan es un bolsillo que les afloje plata para luego, largar, a favor del
pagador. Otros, andan perdidos sin saber qué hacer ni qué decir porque nadie los
contrata. Solo unos pocos, muy pocos, aportan posibles soluciones que, de
inmediato, encuentran oposición por todas partes, ya sean de tipo puramente
económico, político, moral o de cualquiera otra índole. Por eso yo he montado está
conferencia incorpórea, para que los personajes, inventados por Mí, hablen con
libertad y sin coacciones. Que yo sepa, ninguno ha sido sobornado, a no ser que el
Gobierno haya secuestrado mi mente. En principio, pensaba que iba a ser fácil,
que mis personajes dirían lo que yo pusiera en sus bocas, pero después de las
broncas con el Señor Obispo, me he dado cuenta de que en cuanto les doy vida,
ya dicen lo que les da la gana, y hasta me faltan al respeto llamándome, masca
chicles, a Mí, que no he probado ni un chicle en mi vida. ¡Bueno! En cierto sentido
eso es positivo. Nadie podrá acusarme de influir en ellos. Como les dije al
principio, no les puedo dar mi nombre, tendrán que conformarse con conocer mi
seudónimo. Yo siempre firmo como me llamaban en mi pueblo, Mincho. MINCHO,
es como me llamo para todos ustedes y no intenten encontrarme en ninguna parte
porque soy, PURA FICCIÓN.
En este momento sube al escenario una señorita.

* * *

PURA FICCIÓN 7.
Juntos y revueltos.

Se llama Bruna Ferrari. Creo que es italiana, por lo de, Ferrari. Como soy un
maníaco del humor cutre, lo de, Bruna, parece referirse a algo oscuro, así que en
mi mente retorcida se me aparece un, Ferrari negro, a pesar de que es rubia y de
piel clara. Últimamente tengo la sensación de que mi cerebro va por su cuenta, sin
contar conmigo. Escuchemos lo que dice.
- Espero que nadie de los aquí presentes, piense que soy racista, porque no lo
soy. Soy miembro de la asociación, Amigos de la sabia Naturaleza, y desde hace
tiempo insistimos en que no nos preocupa la descendencia de la población
humana. Hace años llegamos a ser casi, ocho mil millones de personas.
Demasiada gente. Éramos como una plaga que lo devoraba todo, lo contaminaba
todo, consumimos más de lo que el Planeta podía dar, por eso, la sabia Naturaleza
nos diezmó con epidemias y calamidades. Ahora somos unos, seis mil millones,
pero, desde nuestra organización, pensamos que aún somos demasiados.
Pensamos que el número ideal de humanos, no debería superar los, cuatro mil
millones. Además, insistimos en que, las diferentes poblaciones deberían
mantenerse aisladas, tal como sucedía a mediados del siglo diecinueve. Creemos
que el mestizaje masivo de los últimos, ochenta años, ha sido nefasto y la principal
causa de que ahora, las epidemias sean planetarias. Es necesario volver a los
orígenes, que los blancos engendren con los blancos, los negros con los negros,
los chinos con los chinos, que hindúes, aborígenes, indonesios, esquimales,
nativos americanos del sur y del norte, y demás poblaciones autóctonas,
retrocedan hacia el pasado, recuperando la genética y también la cultura.
“Retroceder para avanzar”, ese es nuestro lema. “Retroceder para avanzar”,
recuerden esta frase. Gracias por su atención.
Interesante la propuesta de la señorita Ferrari. Nunca se me había pasado por la
cabeza semejante solución. Volveríamos a vivir como hace mil años, pero con toda
la tecnología actual. ¡Bien!

* * *

PURA FICCIÓN 8.
Humanoides fantasmales.

Hoy hablará el último conferenciante, es un tipo de mediana edad, bastante feo y
va vestido de negro como si viniera de un funeral. Voy a dejar que se presente
solo.
- ¡Hola! Me llamo, Eriker Danikem de Vicente. Seguro que muchos de ustedes ya
me conocen de verme en la pequeña pantalla, en mi programa “El Cuarto del
Miedo”, que presento desde “La Barca del Mareo”. La llamo “Barca del Mareo”
porque me encanta marear la perdiz. Me gusta tanto marearla que, en el
restaurante de un primo, puse de moda un plato de mi invención llamado, “Perdiz a
la marejada fuerte marejada”. Tuvo muchísimo éxito, el problema es que, después
de comer la gente vomitaba. Cuando me llevaron ante el Juez para que diera
explicaciones, por más que le dije que, lo del vómito, era parte del menú, no se
convenció y me ha prohibido cocinar para el público, de por vida. Es una lástima
porque soy un buen Gastrónomo. Tengo grandes amigos en la hostelería, que lo
pueden corroborar. Amigos que, cada vez que voy a sus Restaurantes, siempre
me dicen lo mismo: "Está todo ocupado". Pero Yo insisto en que me hagan un
huequecito en cualquier sitio, no me importa donde, Yo como sentado en la taza
de retrete. Casi siempre acabo en el callejón de atrás, junto a los cubos de la
basura. La ventaja de ese lugar es que, además de disfrutar de los sabores,
también disfrutas de los olores. La cuestión es que, el Señor Juez, Su Señoría, me
recomendó que me dedicará a podar pinos, y eso hice durante un tiempo, cortaba
las ramas secas. Todo iba bastante bien, hasta un día que se me antojo encender
una hoguerita, de repente vino una ráfaga de aire y se lío Parda. Mas que parda,
diría, negra, así quedó la sierra arrasada por el fuego. Otra vez delante del mismo
Juez intentando convencerle de que solo quería quemar, cuatro ramitas, pero el
Jodido, ni caso.
- ¡Cuatro ramitas! ¡Ha quemado usted, tres provincias!
Por más que insistí en que había sido un accidente, Su Señoría me ha prohibido
acercarme a un monte de por vida. "Dedíquese a cazar fantasmas"; me dijo, y le
hice caso. Fue cuando decidí vestir de negro. Sé que con esta ropa tengo pinta de
Enterrador y algunos me miran con recelo, pero soy buena gente, incluso hay
quien cree que tengo poderes. Todo comenzó el día que fui al entierro de un
conocido, estábamos en el cementerio y en cuanto me acerqué al ataúd, el muerto
dio un brinco saltando fuera, y salió corriendo. Yo no vi que algo le persiguiera,
pero corría como si el mismísimo Satanás le intentará robar el alma. Literalmente,
corría como alma que lleva el Diablo. A partir de ese acontecimiento, hay quien
cree que tengo un Don, y lo tengo, antes me llamaba, Eriker, a secas, ahora me
llamo, Don Eriker. Los que me conocen por ver mi programa, saben que no me
gusta mentir, No me gusta mentir, pero si hay que mentir se miente. Se puede ser
mentiroso pero honrado, y honradamente tengo que decir que nunca he visto
fantasmas, ni platillos, ni extraterrestres, pero creo en ellos. Creo, porque la gente
que los ha visto me lo cuenta, y me lo creo. La gente es buena y honrada, no tiene
por qué ir contando cosas que no son ciertas y que les pueden acarrear problemas
de cordura. Aquí se habla de crear otras Humanidades, pero... ¿Y si esas
humanidades ya existieran? Hay miles de testigos afirmando que han visto de
todo. Me han contado haber visto, Hombrecillos Verdes, también me han hablado
de los, Grises, están los, Nórdicos, los Reptilianos, los Cefalópidos, Insectoides,
Delfínidos, Marsupiálidos, Pulguiformes, Cucarachicios, Babosaurios, Arborícaros.
Hongozoides, Gaseosoides y muchísimos más. Quien somos nosotros para
afirmar que no hay nadie más habitando este planeta, u otro cualquiera. Yo no lo
sé. ¿Ustedes lo saben? ¡Si lo saben me lo cuentan! Hablamos de crear otras
Humanidades. ¿Quién nos creó a nosotros? ¿Fueron los extraterrestres? Dicen
que fue Dios, pero Dios, no es de este planeta, Dios vive en el cielo. No sabemos
dónde está el Cielo, pero, desde luego, no está en la Tierra. Por lo tanto, Dios, es
un alienígena, un extraterrestre. Creo que ya he dicho todo lo que tenía que decir,
igual he dicho demasiado, acabo de descubrir que entre ustedes se encuentra el
Señor Juez, que me sentenció dos veces y le he llamado, Puñetero. ¡Perdone su
Señoría! ¡Ha sido un desliz!
Hablando de deslices, estoy viendo cómo se desliza el tipo que acaba de hablar,
mientras un señor con barba no le quita la vista de encima.

* * *

PURA FICCIÓN 9.
Aclarando las cosas.

Situé la fecha de la conferencia sobre la, “Evolución Forzada”, un día cualquiera de
2060. La he narrado en presente, pero sucedió hace mucho tiempo. No voy a decir
cuántos años hace de aquello porque no tiene importancia, lo realmente
importante es lo que ha sucedido en todo ese tiempo. Me gusta aclarar estos
detalles para que luego no me vengan con que, si dijiste o tenías que haber dicho,
como le pasó a uno que vivía en una Aldea, cerca de la mía. Resulta que un
vecino, por culpa de un accidente, le operaron dejándole una pierna más larga que
la otra, y cada vez que salía de casa para ir a cualquier lado, no iba a ninguna
parte, porque como el paso que daba con la pierna buena era más largo que el
que daba con la pierna corta, acababa trazando un círculo y siempre terminaba de
vuelta en la aldea. Entonces, este otro buen vecino, que había estudiado con los
frailes, le aconsejó que cada cinco pasos, diera uno extra con la pierna corta para
compensar la distancia y caminar en línea recta. El tarado estuvo practicando una
tarde entera, al día siguiente salió de paseo y nunca más volvió. Luego la familia
culpaba al buen vecino por no haberle enseñado a dar la vuelta.
Volviendo a lo que nos ocupa tengo que decir que, en todos estos últimos años, no
nos ha ido nada bien a los humanos. Desde 2060, hemos tenido que soportar una
docena de pandemias planetarias que nos han hundido en la miseria. Recuerdo
las palabras de aquella chica, Bruna Ferrari, cuando dijo "Retroceder para
avanzar" la verdad es que, retroceder hemos retrocedido, pero avanzar, hemos
avanzado poco. En lo único que hemos avanzado bastante ha sido en alargar la
vida, gracias a unos tratamientos especiales, hay personas con ciento treinta años
o más, que gozan de buena salud y aún pueden trabajar. Yo, por suerte, soy una
de ellas. No os diré la edad que tengo, solo que paso de los cien. Las pandemias
no han podido conmigo, pero si con muchos amigos y parientes, tengo más
recuerdos enterrados entre los muertos que habitando entre los vivos. De todas las
pandemias, la última fue de las peores, atacó a los niños pequeños y a los recién
nacidos, algunos padres perdieron a todos sus hijos, Yo perdí cuatro tataranietos.
¡En fin! La vida ha de continuar. No sé cuánto tiempo estaré en este mundo, por
eso estoy escribiendo mis memorias. Dicen que, el Diablo sabe más por viejo que
por Diablo, y realmente así es. Con tantos años a cuestas, uno ha visto tantas
cosas que a veces cuesta distinguir lo que está bien de lo que está mal.

* * *

PURA FICCIÓN 10.
Un encuentro inesperado.

Aquella tarde recibí un correo electrónico del profesor, Crascara Loureiro,
diciéndome que pasara por su laboratorio lo antes posible. En principio no me
sorprendió, ya que de vez en cuando publicaba alguna cosa sobre sus trabajos, y
solía llamarme para hacerle las entrevistas. Para Mí, era un trabajo fácil ya que el
laboratorio del señor Crascara, estaba en la misma ciudad en la que Yo vivía, y no
muy lejos de mi casa. Siempre hablaba de la necesidad de crear otros humanos.
La técnica se conocía de sobra. Llevábamos años aplicándola en animales y
plantas con resultados muy positivos. Su laboratorio había obtenido una licencia
especial para trabajar con mapaches y chimpancés. Y había creado algunos "
individuos" muy interesantes. Los, “Chimpachés”, como Él les llamaba, eran en
parte chimpancés y en parte mapaches, físicamente tenían características de
ambas especies. Los más altos median cerca de un metro veinte, casi siempre
caminaban erguidos, tenían una gran habilidad en las manos, pero lo más
asombroso era su inteligencia y la manera de comunicarse. Habían desarrollado
un proto lenguaje para poner nombre a las cosas. En palabras del profesor eran
astutos, imaginativos, tenían empatía, mostraban compasión, reían, lloraban, se
enfadaban, pero, sobre todo, lo que más les gustaba era robar y esconder cosas.
- ¡Estoy creando al ladrón perfecto!
Me dijo una vez que le desapareció un ordenador portátil. A los pocos días noto
que andaban muy excitados y al acercarse quedó estupefacto viendo como
tocaban la pantalla para ver las imágenes, pero lo más asombroso fue cuando,
voluntariamente, se lo devolvieron, sabían que era suyo y que le pertenecía. El
sentido de que algo pertenece a otro, es algo muy raro en los animales.
Cuando recibí el mensaje, pensé que quería contarme alguna cosa sobre la
marcha de sus investigaciones, por eso quedé muy sorprendido cuando me dijo:
- Tiene que acompañarme a África.
- ¡África! ¿Que se le ha perdido en África?
- No le puedo dar más explicaciones. La semana que viene nos marchamos.
Prepare las maletas.
- Las maletas no son problema, El problema es cómo viajar.
Digo que el problema está en viajar, porque ahora ya no es como hace años.
Aeropuertos que recibían cientos de aviones en un solo día, ahora no llegan a una
docena. La mayoría están cerrados mientras los aviones se pudren en los
hangares. Las ciudades están medio vacías y edificios que fueron emblemáticos,
primero fueron ocupados, luego saqueados y por último abandonados, ahora se
caen a pedazos. La gente no viaja por miedo a las enfermedades, y por lo mismo,
tampoco es bien recibida en ninguna parte. Los nativos se alejan de los extranjeros
y han sucedido casos de violencia cuando un indígena enfermó, por las causas
que fueran. No obstante, el profesor, Crascara, lo tenía todo bien organizado y tras
cuatro días de agotador viaje llegamos a nuestro destino. Yo, no tenía ni idea de
donde, puñetas estábamos. Miraba a todos lados y solo veía árboles. La única
zona despejada era el aeropuerto improvisado, donde aterrizó la avioneta. De
repente escuché el ruido del motor de un coche y antes de darme cuenta, tenía
ante Mí al mismísimo, Señor Obispo, Don Armando Maraña Segura.

* * *

PURA FICCIÓN 11.
¡Qué sorpresa, Señor Obispo!

-Súbase a la furgoneta.
Me ordenó sin saludarme siquiera. Sin responderle me subí, estaba vacía, me
senté en el asiento de atrás mientras escuchaba como cargaban cosas en la parte
trasera. Ambos subieron, el Obispo conducía mirando de vez en cuando al
Profesor, sentado en el asiento de al lado. Íbamos en silencio, siguiendo unas
roderas que zigzagueaban para esquivar los árboles que estaban por todas partes.
Estaba a punto de preguntar qué selva era aquella, cuando el Obispo le preguntó
al Profesor.
- ¿Le has dicho algo?
- No.
- Se lo explicamos o primero le enseñamos lo que hay?
- Creo que mejor será que lo vea primero.
Volvió la cabeza para mirarme, dándome cuenta que se referían a Mí, pregunté:
- ¿Qué es lo que tengo que ver?
Fue el Obispo quien respondió.
-Prepárese para ver algo que jamás ha pensado ver en su vida.
Aprovechando la respuesta, me atreví a preguntarle.
- ¿Qué hace usted en África? ¿Cristianizado nativos?
-Me sorprende que, siendo el autor de esta historia, no sepa que hacen sus
protagonistas.
- ¡Pues no lo sé! No recuerdo haberle mandado aquí.
- Por supuesto que no me mandó. He venido por mi cuenta.
- Tengo curiosidad por saber cómo lo ha hecho. Como personaje de ficción que es,
no puede ir a ninguna parte si no lo decide el autor.
- ¡Ya! Eso es lo que se supone. Y no iría a ningún lado si usted escribiera como lo
hacen todos los buenos autores, pero al escribir como le da la gana, no le
respetamos ni sus criaturas. Además, ¿qué diferencia hay entre ambos? Solo
somos dos nombres escritos en unas páginas. A nadie le importa quién es quién.
- Puede que tenga razón, pero, para escribir bien ya están todos esos buenos
autores. Yo escribo como me da la gana. ¿Le puedo preguntar si sabe, para qué
estoy aquí? ¡No se ría, que no le veo la gracia!
- ¡Ya se enterará! ¡Ya se enterará, hombre! ¡No sea impaciente!
- No es cuestión de impaciencia! Es que tengo la sensación de que son ustedes
los autores y Yo, el personaje ficticio. Ahora mismo, no tengo ni idea de cómo
continua esto.
- No se preocupe que no la faltará que contar. Ya hemos llegado.
Redujo la velocidad para dar tiempo a un muchacho negro, a correr la cancela de
alambre. Al traspasarla me quedé sorprendido ante lo que estaba viendo. No había
ni un solo árbol delante de Mí. Lo primero que vi, fueron varios edificios
prefabricados con contenedores adaptados para vivienda. Mas allá, todo un mar
de tiendas de campaña, de aspecto militar. Como ya era de noche, no pude ver los
detalles. La furgoneta se detuvo junto a un porche. Nos bajamos. El Obispo se
alejó sin decir nada. El profesor me hizo un gesto con la cabeza para que le
siguiera y fui tras Él.

* * *

PURA FICCIÓN 12.
La misión.

Le segui hasta un pequeño comedor, nos sentamos e inmediatamente entró el
Obispo, mientras tomaba asiento a mi lado, dijo:
-No pregunte nada. Cenamos, nos vamos a dormir y mañana será otro día.
Apenas terminamos de comer, entró un hombre blanco, algo canoso, que dijo
mientras me miraba:
-Por favor, ¿le puedo mostrar su alojamiento?
Entendiendo que debía seguirle, me puse en pie, hice un gesto con la mano
despidiéndome de los dos hombres y fui tras Él. Entramos en un pasillo estrecho
con puertas a ambos lados, nos paramos frente a una y mostrando el número que
había encima de ella, dijo:
-Esta es, la veinte y siete. ¡Que duerma bien!
Puso una llave en mi mano y se marchó por donde habíamos venido. Al entrar, vi
que estaban mis maletas y demás cosas. El espacio no era mucho, pero había
algo de todo. La cama, un armario, una mesa con dos sillas, un baño con ducha, y
una ventana que no se podía abrir. Acostado, no podía dormir pensando por qué
me habían traído hasta allí. no paraba de preguntarme, donde estaba, qué era
aquel lugar, qué hacía allí el profesor Crascara, pero la mayor incógnita, ¿qué
pintaba el Señor Obispo? Sumido en mis pensamientos, me di cuenta que había
como un ruido de fondo muy extraño. Era como si mucha gente, estuviera muy
lejos, hablando a la vez en diferentes idiomas, por más que afiné el oído no fui
capaz de entender nada y en algún momento me dormí. Me despertó un ruido
seco, alguien llamaba a la puerta. Al abrir me encontré de cara con el profesor,
que, mirándome de arriba a abajo, preguntó:
- ¿Puedo pasar?
- ¡Claro! ¡Buenos días!
- ¡Buenos Días! Perdone que le haya despertado. He venido a contarle algo. ¿Nos
sentamos?
Ya sentados en la mesa, me miró muy seriamente, tras unos segundos, dijo:
- A las diez, le espero donde cenamos anoche. Saldremos a dar un paseo para
que vea lo que nos traemos entre manos, pero primero he de decirle que cualquier
cosa que tenga que ver con Don Armando, tendrá que hablarla con Él. Yo solo le
diré que todo lo que hay aquí fue idea suya, incluida Su, presencia. Ya sé que
entre ustedes hay ciertas tensiones, pero no le juzgue por lo que aparenta. Cuando
esté al corriente de todo, se dará cuenta del hombre que es.
Hizo una pequeña pausa que no me atreví a interrumpir, y continuó:
- Seguro que aún recuerda aquella conferencia, allá por 2060, donde Yo hablé
sobre la conveniencia de intentar crear otras especies de humanos. Sabemos
cómo hacerlo, tenemos las herramientas, y ahora estamos en el lugar donde se
está llevando a cabo la mayor hazaña, jamás hecha por el ser humano. Crear otros
humanos.
Con los ojos como platos, le miraba sin dar crédito de lo que oía. Había escuchado
decenas de conferencias en las que se opinaba de todo. ¿Que si era posible o no?
¿Que si era ético y moralmente aceptable? ¿Cómo se llevaría a cabo el
experimento? ¿Si se haría partiendo de embriones humanos manipulados, o de
embriones animales? Sinceramente nunca pensé vivir para contarlo, pero allí
estaba, no sabía dónde, pero sabía que era el lugar. Como periodista, tenía la
cabeza llena de preguntas y de impaciencia por enterarme de todo. Sabía que
tenía la noticia del milenio, pero también me di cuenta que tenía que ser prudente.
¿Por qué, Don Armando Maraña Segura, el Señor Obispo, me eligió a Mí? Por un
momento me arrepentí de haberle puesto esos apellidos, pero ya no tenía arreglo.
Deje a un lado mis emociones para seguir escuchando al profesor.
- Sé que se está preguntando, en qué lugar de África, nos encontramos. Solo
puedo decirle que estamos en la selva del Congo. Oficialmente esto es un centro
de recuperación de primates. Solo “oficialmente”. Muy poca gente conoce la
ubicación de este enclave. Ni siquiera usted sabrá dónde está cuando se vaya. ¡Le
veo luego en el comedor!
Se puso en pie y salió cerrando la puerta tras Él.

* * *

PURA FICCIÓN 13.
En la misión.

Tras salir del comedor, fui siguiendo en silencio al Profesor, caminando en paralelo
a un muro pintado de blanco de unos dos metros de altura. Me sorprendí del
alboroto que venía del otro lado, pero no pregunté. Llegamos ante una puerta
metálica bastante estrecha y antes de abrirla, me dijo:
- Antes de cruzar esta puerta deje aquí todas sus creencias religiosas y demás
complejos ideológicos, piense que es un privilegiado por haberle ofrecido esta
oportunidad y poder contar al mundo lo que estamos haciendo. Verá que hay
muchos, Bonobos, deambulando de un lado a otro. ¿Supongo que conoce los
Bonobos?
- Sí, bueno, ¡no mucho! Sé que son unos monos parecidos a los Chimpancés.
Mucho más dóciles y con un comportamiento sexual bastante libertino.
- Sí, esa es una de sus peculiaridades. El hecho de que anden libremente por el
recinto, forma parte del estudio y también del despiste. Ya le dije que, oficialmente,
esto es un centro de estudio y rehabilitación de primates. No los tenemos
encerrados, en realidad viven en la selva. Aquí vienen porque les damos comida al
mediodía, luego se marchan a dormir por ahí. Quiero que siga al pie de la letra lo
que le voy a decir. Intente ignorarlos, pero si alguno se le acerca con la mano
extendida, tóquele la punta de los dedos, es su forma de saludar. No le sostenga la
mirada, no haga gestos ni comentarios, solo tóquele la punta de los dedos y siga
su camino. No vuelva la cabeza, lo pueden interpretar como una llamada y volver
con la intención de practicar sexo.
- ¡No me fastidie!
- ¡Puede, sí! Los Bonobos, aquello que decían nuestros bisabuelos hippies, lo de
"Haz el amor y no la guerra" lo llevan al pie de la letra. No los miré fijamente a los
ojos, baje la mirada, eso los tranquiliza. Cualquier cosa que me quiera preguntar,
hágalo acercándose y en voz baja, sin señalar. No sé separe de Mí. Verá a otras
personas haciendo diferentes tareas, ignórelas, no saludé, no hable con nadie. Si
en algún momento no se siente a gusto, dígamelo inmediatamente. Lo que voy a
mostrarle son híbridos de Humanos y Bonobos, conocen a las personas, saben su
nombre y cuando ven a un forastero son capaces de percibir su estado de ánimo.
En su presencia intentaremos hablar lo menos posible. Usted observe
discretamente, desviando la mirada cuando le miren a los ojos. Cuando
terminemos la visita ya le explicaré de que va todo esto.
- ¡De acuerdo! ¡Lo que usted diga!
- ¿Está preparado?
- ¡Preparado!
- ¡Pues vamos!

* * *

PURA FICCIÓN 15.
Tras la puerta.

Han pasado muchos años desde que crucé aquella puerta pero, ni en un millón
olvidaría aquel día. Nada más entrar y ver a los Bonobos deambulando de un lado
a otro, entre las tiendas de campaña de aspecto militar, tuve la sensación de estar
en otro mundo, era como el campamento de un ejército donde la tropa eran los
propios monos. Pasaban a mi lado, algunos con indiferencia, otros miraban de
reojo, y pocos, muy pocos, extendieron su mano para saludarme. Aún puedo sentir
el tacto sedoso y cálido de aquellas pequeñas y oscuras manos que me
infundieron una gran sensación de amistad y respeto. Aún escucho la voz del
profesor cuando nos paramos ante la entrada de una de las tiendas.
- Ahora verás los primeros, híbridos, de Bonobos y Humanos. Los logramos
fecundado los óvulos de Bonoba con esperma humano. Luego fueron gestados por
mujeres. De hecho, todos los híbridos que tenemos han sido gestados por
humanas, por dos razones. Una, las crías son demasiado grandes para los
vientres de las Bonobas, y otra, que se han de criar con humanos para que se
sientan semejantes. En esta tienda viven diecisiete hembras, todas tienen entra
veinte y veintidós años, son la primera Generación, Humano-bonoba. Están aquí y
estarán hasta que mueran de viejas.
Allí estaba Yo, observando con disimulo, mientras caminaba muy despacio
intentando controlar mis emociones. Nunca pude imaginar que vería semejantes
criaturas, eran más altas y esbeltas que sus parientes de fuera, con menos pelo en
el cuerpo y con una incipiente cabellera. La cara mucho más humana y más
diferenciadas entre ellas. Me miraban con cierta timidez y murmuraban, como si
hablarán de Mí. Había juguetes de plástico semejantes a ellas, con los que se
entretenían, y lápices de colores con los que pintaban y dibujaban como niños de
tres años. Una se acercó al profesor y le enseñó una cartulina donde había pintado
algo parecido a un señor con barba. Pude ver en sus ojos cierto brillo de
satisfacción mientras me decía:
- Este soy Yo.
Aquel ser fantástico me miró esbozando una especie de sonrisa y con su cartulina
en la mano se fue hacia sus compañeras diciendo algo que no pude entender, con
una voz muy rara.
- Se llama Eva, es la matriarca y la más inteligente. También es la que manda. En
realidad es un poco tirana y algo abusona. ¡Todo un personaje!
Noté que había emoción y orgullo en la voz del profesor. Por un instante bajó la
mirada intentando disimular, pero, de alguna manera, pude percibir sus
sentimientos. Paseé la mirada por encima de aquellos seres y me quedé sin saber
qué decir. Tenía miles de preguntas, pero aquel no era el momento ni el lugar. El
profesor se acercó a una señora negra, algo mayor y tras susurrarle al oído, vino
hacia Mí, cogiéndome de un brazo y llevándome hacia la salida, comentó:
- Esta señora fue la que gestó a Eva. La quiere como a una hija. De hecho, Eva,
cree que es su madre de verdad, los primeros cuatro años siempre estuvieron
juntas, cada noche viene a dormir aquí.
Le dije que me había hecho un retrato y se emocionó.

* * *

PURA FICCIÓN 15.
Segunda generación.

Salimos de la tienda y mientras caminamos despacio, escuchaba al profesor, que
decía:
- Como le he dicho, esas hembras híbridas tienen algo más de veinte años.
Empezaron a ser fértiles entre los diez y los doce años. Con sus óvulos
manipulados, hace algo más de diez años, sacamos una segunda generación. Las
hembras de esta segunda generación, empiezan ahora a ser fértiles. En los
siguientes dos o tres años, tendremos una tercera generación. Cuando está
tercera generación sea fértil, sacaremos una cuarta, y así sucesivamente. Lo
hacemos así para que todas tenga más o menos la misma edad. Una nueva
generación cada, once, doce o más años.
Hizo una pausa que aproveché para preguntar:
- ¿Cuantas generaciones harán falta para considerarlas totalmente humanas?
- La verdad es que vamos más rápido de lo que nos habíamos planteado. Con las
nuevas técnicas y algunas que se están desarrollando, es posible que antes de la
décima. Como ya le dije, todos los híbridos han sido gestados por mujeres, y
también lo será está tercera generación, en la que ya estamos trabajando. Pero
creemos que, dentro de doce o catorce años estás hembras ya puedan gestar sus
propias crías.
- ¿Y siempre hacen servir la misma técnica, o varían?
- Se pueden utilizar diferentes métodos, pero aquí no cambiamos, embriones
partiendo siempre de óvulos híbridos y esperma humano.
- ¿Y qué pasa con los machos? ¿Cuándo empezarán a criarlos?
- Los machos no interesan, su función la cubre el esperma humano. El día que
decidamos criar machos llegará cuando consideremos que las hembras son
completamente humanas. Entonces ya tendrán que vivir en familias y sacar
adelante a sus propios hijos. Será algo digno de ver, que ninguno de los dos, creo
que verá.
Pude notar la emoción en sus palabras mientras sus ojos se humedecían. Para
disimular, pasó la mano por el rostro, carraspeó y recuperando la compostura, me
dijo:
- Ahora le mostraré las hembras de segunda generación. Se asombrará de lo
diferentes que son de la primera. Antes le dije que se mostrara indiferente y
alejado, pero, aquí tendrá que hacer todo lo contrario. Cuando entremos,
seguramente vendrán hacia mí para abrazarme, a usted le rodearán para tocarle e
incluso olerle. Manténgase sereno, no haga gestos bruscos y tóqueles la cabeza y
los hombros, ellas también lo harán. En total son veintisiete. No se asuste,
sonríales y hábleles. A usted le costará entender lo que dicen, pero ellas le
entenderán, incluso le harán preguntas. Verá que hay varias mujeres. Algunas son
sus madres gestantes, otras no. Las madres gestantes suelen estar muy
orgullosas de sus hijas y se las presentarán. El saludo es el mismo que usamos
con los Bonobos, acariciarse la punta de los dedos, solo la punta de los dedos.
Tocar la palma de la mano significa mucho afecto, a usted no le conviene hacerlo,
son unas jovencitas muy coquetas y.… no creo que sea su tipo.
- ¡Me sorprende con ese comentario! ¿Tan feo soy?
- No se trata de fealdad, se trata de gustos. Yo le puedo describir el tipo que les
gustaría, desgraciadamente para ellas, nunca lo van a poder ver. Siempre serán
unas solteronas sin hijos. Bueno, sí que tendrán hijos, pero nunca lo sabrán. Pero
serán felices como lo son sus madres. ¿No le parecieron felices?
- ¡Sinceramente, no me parecieron tristes ni preocupadas!
- Se tienen las unas a las otras. Como todas tienen más o menos la misma edad,
se sienten bien. Por eso solo sacamos híbridos cada equis años. Si hubiera
diferentes edades aparecerían conflictos. Las jóvenes entrarían en pugna con las
mayores, y los más pequeños despertarían sus instintos maternales provocando
celos y riñas. No queremos nada de eso. Aun así, a veces se pelean. Para que
esto no ocurra siempre hay mujeres con ellas. Respetan muchísimo a sus madres
gestoras. Es la única madre que conocen. ¡Bueno! Esta es la casa de nuestras
jóvenes. ¡Entre!

* * *

PURA FICCIÓN 16.
Segunda generación 2.

Allí estaba, Yo, rodeado de unas jovencitas muy monas, no lo digo por su aspecto
simiesco, ni mucho menos. Median casi metro y medio de altura, caminaban con la
espalda recta y las piernas un poco curvadas hacia fuera. Todo su cuerpo estaba
cubierto de una fina pelusa, lucían una cabellera corta, unas de pelo negro, otras
castaño, e incluso alguna de un rubio oscuro. Sus rostros eran muy variados,
algunas con rasgos asiáticos, otras occidentales, las demás negroides y otros
rasgos que no llegue a deducir. La nariz, que en sus madres aún estaba muy
pegada a la cara, en ellas, se mostraba mucho más humana. Me sentía algo
agobiado y un tanto desconcertado, rodeado por aquellas princesas que no solo se
conformaban con mirarme, sino que me tocaban la cara y la espalda. Todas se
habían presentado con el saludo habitual, pero después de cuchichear entre ellas,
como para ponerse de acuerdo, pasaron al siguiente nivel. Yo intentaba ser
amable pasándoles la mano por la cabeza, cosa que me agradecían con amplias
sonrisas. Una mujer blanca se acercó para decirles que no me agobiaran y tras
intercambiar algunos comentarios con todas ellas, éstas, se fueron apartando de
mí, no sin antes echarme una sonriente mirada, como diciéndome que era bien
recibido. Aquella mujer se quedó a mi lado y me dijo:
- Esa del pelito claro, es mi hija. La he gestado Yo.
Al mirarla pude ver en sus ojos lo orgullosa que estaba. No solo ella, también otras
que se acercaron a saludarme, todas con el mismo pretexto, decirme quiénes eran
sus hijas. Vi al profesor entre las, princesas, compartiendo con ellas y con otras
mujeres una charla distendida y amena. Por un segundo nuestras miradas se
cruzaron y con un gesto me insinuó que me acercara. Ya en el grupo, me presentó
tanto a las mujeres como a sus hijas que no dejaban de abrazar a sus madres
humanas, con una ternura que jamás había visto en toda mi vida. No me considero
un tipo demasiado sensible, acostumbrado a ver tragedias por todo el mundo, sé
hasta dónde debo involucrarme, pero aquellas escenas me superaron, la emoción
puso un nudo en mi garganta y por un momento sentí envidia de no ser parte de
ello. Tal fue mi conmoción que me quedé mudo, limitándome a sonreír y a afirmar
con la cabeza. Ni siquiera después de salir de la tienda se me ocurría nada que
decir. Por un instante, el profesor se detuvo y tras echar una ojeada a su reloj de
muñeca me comentó.
- A las tres le espera el Obispo en su despacho.
Hizo una breve pausa y tras esbozar una sonrisa continuó:
- Me pregunta, cómo lo lleva. ¿Qué le digo?
- ¡Bien! Dígale que, bien. Quizás un poco sorprendido.
- ¡Sorprendido! Ya está.
Recuperada la compostura y mi curiosidad de periodista, le pregunté:
- Profesor, con el tiempo, ¿qué pasará con estas hembras, a las que Yo, les voy a
llamar, princesas?
- ¡Princesas! No está mal. Aquí las llamamos, híbridas.
- ¡Ya! Pero es una palabra muy fría. Empiezo a sospechar que me ha traído aquí,
porque quiere que cuente algo. ¿Me puede decir cuál es el futuro de estas,
híbridas?
- No me voy a andar con rodeos, cierto. Esta aquí para contar lo que estamos
haciendo, pero no ha sido idea mía. Eso es mejor que lo hable con el señor
Obispo. En cuanto al futuro de estas, “princesas”, es el mismo que el de sus
madres, pasarán el resto de su vida con nosotros.
Me detuve, le miré a los ojos para decirle:
- Supongo que es consciente de lo que están haciendo. Nosotros, los humanos,
andamos buscando el eslabón perdido y no aparece por ninguna parte. En diez
generaciones estos híbridos ya serán humanos. Dentro de mil, dos mil o cuarenta
mil generaciones, tal vez ellos también lo busquen, y lo mismo que nosotros
tampoco lo encontrarán porque supongo que todos estos híbridos serán
incinerados. ¿Me equivoco?
- ¡No señor! No se equivoca. Así será. Pero vamos a dejarlo por ahora. Recuerde,
a las tres le espera Don Armando.
-Armando Maraña Segura. ¡La que tiene aquí liada!

* * *

PURA FICCIÓN 17.
Se confiesa el Obispo.

- Siéntese, póngase cómodo Don, Masca Chicles, y antes de preguntarme nada,
escuche.
- ¡Un momento, Excelencia Reverendísima! Si vamos a empezar faltándonos al
respeto, le aseguro que puedo ser tan mal hablado como Usted.
- De eso, no me cabe ninguna duda. Recuerde que soy un producto de su
imaginación. Yo, soy Usted, y Usted es Yo. Lo que pasa es que Yo, soy más
inteligente que Usted. Lo normal sería que Usted pusiera las palabras en mi boca.
Pero como me ha creado superior a Usted, digo lo que se me antoja.
- Al profesor Crascara, también lo he creado superior a Mí, y no tenemos ningún
problema. Yo, le respeto y Él, me respeta. ¿Por qué, Usted, me ha salido con tan
mala leche? Además, ¿qué hace metido en este programa de creación de nuevos
humanos? ¡Usted! Usted, que se hartó de excomulgar a quien insinuaba tales
prácticas. Aún recuerdo las palabras que pronunció en aquella conferencia.
¡Excomunión, excomunión! Si hasta le dije que parecía como si el Diablo le diera
comisión por cada excomulgado. ¿Qué ha pasado? ¿El Diablo no le pagó? Parece
mentira que siendo Obispo no sepa que con el Diablo no se pueden hacer tratos,
no es de fiar, siempre miente. Dígame, Don Armando Maraña Segura. ¿Qué le ha
hecho cambiar de idea? No me cuente que tuvo una visión, porque no me lo creo.
Tiene que haber mucho más y espero que me lo diga. Además, tengo la sospecha
de que no me ha traído aquí, solo para ver sus... Híbridos. ¿Me equivoco? ¡Don
Maraña...!
Silencio. Miradas desafiantes. El Obispo fuerza una sonrisilla y dice:
- ¡Relájese hombre, relájese! Tenemos mucho de qué hablar y hablaremos. Quizás
he pecado de exceso de confianza. Como somos la misma persona me he dado
ciertas licencias.
- ¡Pues sepa que, las licencias, solo las doy, Yo! Para eso soy el autor. Le exijo
que me cuente de qué va todo esto.
NOTA: quizás el lector vea ridículo este enfrentamiento entre autor y personaje,
pero si no me río de Mi mismo, me aburro contando la historia.
- ¡Correcto! Me exige que le cuente, Yo le cuento. Le contaré todo desde el
principio.
- Espero que sea sincero. Un hombre de Iglesia, convencido de sus creencias, no
puede volverse hereje de la noche a la mañana.
- ¿Quién le ha dicho que me he vuelto hereje?
- Nadie me ha dicho nada. Lo deduzco después de ver en lo que anda metido.
- Puede estar seguro de que no he perdido ni la mínima fracción de Fe Cristiana.
Es más, hoy Mi Fe, se ha reforzado y mi creencia en Dios, es mayor. No le diré
que tuve una visión porque ya me ha dicho que no se lo va a creer, pero... le
aseguro que tuve una revelación.
- No me diga que Dios, le habló. Hace más de dos mil años que no habla con
nadie y no creo que le tenga tanto afecto, sobre todo después de ver lo que está
haciendo. Se ha dado cuenta de que lo que está pasando aquí, se parece mucho a
una versión nueva del, Paraíso Terrenal. La única diferencia es que, Dios, empezó
con machos y aquí trabajan con hembras. Si he de serle sincero, creo que
ustedes, con las hembras lo tienen mucho más fácil qué Dios, con los machos.
- Aquí no estamos jugando a ser Dioses. No sea irrespetuoso con el Creador. Él,
puede hacer lo que quiera con lo que quiera.
- Pues últimamente parece que se ha propuesto terminar con la humanidad. No
hace más que mandar pandemia tras pandemia. Usted sabe muy bien que los
humanos vamos a menos. ¿Le ha dado alguna explicación de por qué lo hace?
- Dios no da explicaciones. Dios pone ideas en la cabeza de los hombres y estos
las ejecutan.
- Pues le aseguro que algunas de esas ideas, que pone en la cabeza de ciertos
individuos, mejor las pusiera en los cantos rodados.
- No olvide que el Diablo, también pone ideas.
- El Diablo hace su trabajo. Lo creó Dios. ¿Por qué no se deshace de Él? Sabe
que le digo. Si Dios es todo poderoso, no es bueno, porque no erradica el mal. Si
es bueno, no es todo poderoso porque no lo puede erradicar. Estas palabras no
son mías, las dijo un tal Miguel, no sé qué, y lo quemaron vivo.
- ¡Bueno, bueno! No sé vaya usted a los tiempos de la Inquisición. Centremos en lo
que traemos entre manos y escuche lo que voy a contarle.

* * *

PURA FICCIÓN 18.
La misión.
Sentado a otro lado de la mesa, frente al Obispo, esperaba ansiosamente que me
explicara, qué había sucedido, para que un tipo como Él, convencido de la Fe
Cristiana, pasara de excomulgar a quiénes proponían la conveniencia de crear una
nueva humanidad, a liderar un programa con ese fin. Mientras abría un cuaderno
para ojear unos apuntes, dijo:
- A principios de 2060, este lugar era una Misión. Atendía a una población local de
casi un millón de personas, dispersadas en un entorno de unos cien kilómetros a la
redonda. En 2075, apenas quedaban, cincuenta mil. En quince años, las
epidemias arrasaron matando sin contemplaciones. La última, además de causar
una gran mortalidad, todos los hombres que la padecieron y lograron sobrevivir,
quedaron esterilizados. Cuando Yo, llegué aquí, la gente estaba desesperada. Ni
una sola familia se había conservado intacta. La mayoría de las personas eran
supervivientes únicos, sin parientes. En la Misión, solo quedaba un sacerdote y
una monja, todos los demás habían muerto. Me ordenaron que viniera para ver si
se podía hacer algo y de no ser posible, abandonar la Misión.
Hizo una pausa, me miró y continuó:
- Le aseguro que esos fueron los peores días de mi vida. Estuve a punto de perder
la Fe. ¿Cómo era posible que Dios, Todopoderoso, tratara a esta humilde gente de
esa manera? Recé, recé mucho, y también caminé mucho. Caminaba desde que
salía el sol hasta que llegaba la noche. Mas de una vez dormí al raso, bajo un
árbol, en la selva. En realidad, estaba casi todo el tiempo en la selva. Algo sucedió
dentro de Mí, que perdí el miedo. No me importaba que algún animal me hiciera
daño, me daba igual, incluso lo deseaba. Deseaba que algo terminará con mi vida.
¡No quería vivir! ¿Para qué? Si alguna fiera me mataba, al menos le había saciado
el hambre. ¡Fue muy duro, muy duro! No sé si usted puede entenderlo.
- Claro que le entiendo. Me juzga mal si piensa que soy un periodista de despacho.
Soy un trotamundos. He estado en los peores escenarios, he presenciado escenas
de extrema crueldad e injusticia. He visto tanto que hace mucho tiempo que perdí
la Fe. Le aseguro que, para Mí, ese Dios, en el que aún cree, no es buena gente.
- Le seré sincero. Tiempo atrás, le hubiera reprochado su falta de Fe, pero ahora le
entiendo. Le entiendo y no le culpo. Ojalá algún día encuentre un motivo y vuelva a
creer.
- Creo que eso no va a ocurrir. Ya soy bastante mayor para hacerme ilusiones en
otra posible existencia. Me da igual si la hay o no. De momento con esta ya tengo
suficiente. ¡Pero dígame! ¿Cómo cambió de idea con respecto a crear una nueva
humanidad?
- Los Bonobos. Ellos me dieron la idea.
- ¡Perdón! No me irá a decir que Usted, habla con los monos.
- ¡No diga majaderías! ¿Acaso cree que me he vuelto loco y pienso que soy
Tarzán? A ver si le puedo explicar lo sucedido sin que me venga con indirectas.
Cuando deambulaba por la selva, siempre me encontraba con los Bonobos. Les
contemplaba durante horas y cada vez los veía más humanos. Con sus vicios, con
sus travesuras, con sus relaciones, sus ocurrencias y astucias. Los he visto
comunicarse, enfadarse, reconciliarse, acariciarse. Y lo más sorprendente, los he
visto reír y llorar. Un día me preguntaba, ¿qué les falta para ser personas? Era
como si El Creador, les hubiera creado a ellos antes que a nosotros para
experimentar, y luego los dejara a su suerte. Entonces pensé que nosotros, los
humanos, podíamos terminar su trabajo. ¿Qué había de malo? Es indigno convertir
a un humano en bestia, pero, a una bestia en humano, me pareció digno, digno y
sublime. Tardé mucho en convencerme para tomar la decisión que tomé. Había
días que sentía la necesidad de poner manos a la obra, y otros en los que me
asustaba de Mí mismo, pensando en las consecuencias. No era capaz de tomar
una decisión, así que invité al profesor Crascara para pedirle consejo.
- Y el Profesor, le animó a seguir. Pero todo esto no salió de la nada. Los edificios,
las tiendas, los científicos, los técnicos. Toda la organización. El profesor me dijo
que todo se hace en secreto, pero, hay mucha gente implicada. Sobre todo, las
mujeres gestantes. ¿Cómo las convencieron?

* * *

PURA FICCIÓN 19.
Cuestión de Almas.

Sentado al otro lado de la mesa, esperaba que el Obispo, respondiera a mis
preguntas. Poniéndose de costado con el codo izquierdo sobre la mesa, señaló
hacia la pared del fondo, donde había un par de mapas y dijo:
- Todo ese territorio estaba salpicado de poblados, en los que vivían las personas
que atendía la Misión. Teníamos un pequeño hospital al que acudían cuando
estaban enfermos, pero, con las pandemias, la gente acudió en masa y este lugar
se convirtió en un campo de concentración. La gente venía y moría aquí. Tuvimos
que recurrir a las ayudas internacionales y fue entonces cuando se montaron las
tiendas y se construyeron estos edificios con contenedores adaptados a vivienda.
En su momento llegaron a vivir aquí casi, doscientas mil personas. Era una
pequeña ciudad en la que se intentaba atender las necesidades básicas, incluido
un sencillo ataúd, que se fabricaba aquí, para los muertos. Si da un paseo por el
campamento, vaya hacia el Norte, y verá un gran cementerio. Creo que en poco
más de, veinte años, se han enterrado más de, un cuarto de millón, de personas.
Hizo una pausa y mientras se acomodaba en la silla para mirarme de frente, dije:
- Supongo que tanta mortandad, dejaría la ciudad casi vacía.
- En gran parte la mortandad, pero también la necesidad de evitar contagios. En
las tiendas, si enfermaba uno, enfermaban todos. Así que decidimos que la gente
que quedaba, saliera de aquí. Algunos volvieron a sus poblados, otros, con nuestra
ayuda, levantaron pequeños asentamientos próximos al campamento. Es la única
manera de que alguien quede vivo. Ahora, los supervivientes, están dispersos en
pequeños grupos. Cada grupo es atendido dentro de su territorio. Y ellos mismos
se cuidan de detectar cualquier síntoma y comunicarlo aquí. Esto, aunque no lo
parezca, sigue cumpliendo con sus obligaciones misioneras. Aunque, últimamente,
nos dedicamos más a cuidar de los cuerpos, que de las Almas.
- ¡Hablando de almas! Perdone, pero se lo tengo que preguntar. Estos híbridos,
que no son monos ni tampoco humanos, ¿Tienen Alma?
Por unos segundos me miró fijamente a los ojos como si intentará adivinar que
ideas me rondaban por la cabeza. Me conocía bien y sabía qué sería difícil darme
una explicación convincente. Cambiando de actitud y recuperando su carácter
autoritario, dijo:
- Sabía que me haría esta pregunta. Lo sabía y he estado preparando una
respuesta. ¿Quiere que se la diga?
- Por supuesto.
- ¡No lo sé!
- ¡Qué sorpresa! ¡Yo creía que en cuestión de, Almas, lo tenía claro!
- Pues... Lo siento mucho. No, no lo tengo nada claro. Pero no me cabe duda de
que alguna Alma, han de tener. Dios, nuestro Señor Todopoderoso, en su infinita
sabiduría, les habrá concedido el Alma, que estime adecuada.
Nos miramos, en silencio, durante un instante. Había en sus ojos una leve
expresión desafiante que forzó, en mi rostro, una inapreciable sonrisa, a la que
respondió.
- Si cree que mi ignorancia va a fortalecer su falta de Fe, está muy equivocado. Sé
que me hará más preguntas a las que responderé. ¡No lo sé! ¡Y no me importa lo
que piense! Puede pensar que ser creyente a estas alturas, viendo las plagas que
nos asolan, es de tontos. Pues bien, soy un tonto. Pero Usted también lo es. La
única diferencia es que Yo, sé que soy tonto y quiero aprender. Usted es tan tonto
que ni siquiera sabe lo tonto que es, y se cree que lo sabe todo. ¡Por desgracia
hay muchos como usted y así nos va!
- ¡Hombre! ¡Don Armando! No me irá a decir que todas las miserias que asolan a
la humanidad, es por unos cuantos que dudamos de la existencia de un Dios
bondadoso, que va repartiendo amor y misericordia.
- Dios reparte lo que su sabiduría le aconseja.
- Pues ya le podía aconsejar que reparta más salud y menos plagas. Y de vez en
cuando, algún milagro.
- ¿Se atreve a juzgar a Dios?
- Mire Usted, yo no me atrevo a nada. Yo hablo porque, según su Doctrina, Dios,
nos concedió el don de la palabra...
- ¡Para alabarle! ¡Para alabarle!

* * *

PURA FICCIÓN 20.
Vientres de alquiler.

- ¿Solo para alabarle? ¿Y entonces, para qué nos dio el don de la crítica?
- La crítica, no es un don.
- ¡Para Mí, si lo es! La crítica, la disidencia, el libre albedrío, el derecho a decir lo
que se piensa. Su Religión dice que, Dios, nos creó a su imagen y semejanza, eso
quiere decir que nos ha dado sus virtudes y también defectos.
- ¡Dios, no tiene defectos!
- Pues si no tiene defectos, ¿por qué nosotros sí? Yo solo veo dos explicaciones, o
tiene defectos, o se equivocó.
- Tal vez se equivocó.
- Si se equivocó, entonces no puede ser perfecto.
Unos segundos de silencio, un intenso intercambio de miradas, y ante su
pasividad, dije:
- Mejor dejamos estas cuestiones a un lado. Usted, siga con sus creencias y
déjeme a Mí, las mías.
- ¡Que le deje las suyas! -Dijo con cierto aire de burla. -Pero si somos la misma
persona. Usted es el autor y Yo, una quimera. ¿Se da cuenta de lo estúpido que
es? Está discutiendo consigo mismo. ¡Venga, hombre! Un poco de cordura no le
vendría nada mal.
- ¡Vale! Reconozco que me estoy pisando mis propios callos, y duelen.
- ¿Acaso pensaba que los pisotones auto infligidos, no dolían? ¡Claro que duelen!
Por eso casi nadie se los da. Se necesita coraje para enfrentarse a uno mismo.
- ¡Gracias!
- No hay de qué. Sé que piensa, que le trato con menosprecio y no se equivoca.
Sentir cierto menosprecio por uno mismo, va muy bien contra el orgullo insano, la
prepotencia, la soberbia y muchos otros malos hábitos. Ustedes, los periodistas,
tienden a engrandecer sus virtudes y hacen todo lo posible por minimizar errores.
Es comprensible, están expuestos a la opinión pública, que acostumbra a juzgar
sin pruebas.
- Teniendo tan mala opinión de los periodistas. ¿Por qué me ha hecho venir?
Tras pensar unos instantes, respondió:
- Mire... aquí estamos haciendo cosas con todo el secreto posible, pero... esto,
antes o después se tiene que dar a conocer. No podemos permitir que de repente,
sin previo aviso, alguien empiece a vociferar. Tenemos que controlar lo que se dice
y cómo se dice, para que la opinión pública lo asimile sin escandalizarse.
- ¡Ya! Hablando mal, Usted a la opinión pública, se la quiere meter con vaselina, y
luego crítica a los periodistas. ¿Y, por qué, Yo?
- Pues, hablando mal, porque creo que es lo suficiente inteligente para explicarlo, y
parece lo suficiente tonto para que nadie le crea.
Tras escuchar semejante respuesta pensé un momento antes de decir:
- No deja, Usted, de sorprenderme para mal. En realidad, no sé cómo tomármelo.
Si no le conociera como le conozco, con todo respeto, le mandaría a recoger
boñigas.
- No me mande a recoger porquerías porque tendrá que venir Conmigo.
- Por ahí se va a salvar. ¡Dígame una cosa! ¿Cómo convencieron a las mujeres
para que se prestasen a gestar los embriones híbridos? Yo, si fuera mujer, solo lo
haría cobrando bien.
- Cobrando bien, o en determinadas circunstancias.
- ¿Qué clase de circunstancias?
-Imagine que las pandemias la han dejado sola en el mundo, sin esposo, sin hijos,
sin familia, sin ninguna esperanza y sin medios para sobrevivir. Entonces, alguien
le propone sacar a delante un embarazo, garantizándole un lugar donde vivir,
asegurándole la manutención y todo lo que pueda necesitar, con una paga a fin de
mes. Solo le pide que geste un embrión, lo traiga a este mundo y lo críe coma si
fuera un hijo natural. Creo que es una propuesta que, en sus circunstancias, no
rechazaría.

* * *

PURA FICCIÓN 21.
La sospecha.

Guardé silencio, mientras el Obispo, sentado al otro lado de la mesa, parecía
deseoso de que afirmara sus argumentos, pero algo me hacía sospechar que no
me estaba contando toda la verdad. Tal como se había expresado, todo fluía con
demasiada exactitud. Las pandemias que diezman a la población, el enorme
campamento que se monta para agrupar a los supervivientes, cuando ya sabían
que eso aumentaría los contagios. El recinto es desalojado, pero no se desmonta
ni una sola tienda. Seguro que si le pregunto, me dirá que nadie las quiere por
miedo a que estén contaminadas. Lógico, demasiado lógico.
Como ya he dicho en alguna otra ocasión, soy una persona que no suelo dejarme
llevar por los jugos gástricos. La experiencia me ha demostrado que nada sale de
la nada. Todo cuanto existe tiene un origen, incluidas nuestras acciones. Desde
hace bastantes años, se están derramando ríos de tinta en todo tipo de teorías
especulatorias y, Yo mismo, he llegado a reconocer que, ciertos acontecimientos
de origen extraño, han servido de pretexto para introducir cambios radicales en la
sociedad, que de no ser por ellos, habría sido muy difícil que la gente los aceptara
sin protestar. El más notorio fue, cuando los gobiernos eliminaron el dinero
material, alegando que era una fuente de contagio y transmisión de enfermedades.
No necesitaron ninguna campaña publicitaria. En menos de veinticuatro horas,
nadie quería tocar ni un billete ni una moneda. Lo que no dijeron, pero si sabían,
que aquellos que tenían dinero guardado y no podían demostrar su lícita
procedencia, irían a la ruina. Otros acabaron en las cárceles al intentar legalizarlo.
Muchas organizaciones criminales desaparecieron, y ahora el mundo es un lugar
bastante más seguro, pero no más libre. Sospechaba que, Don Armando, no me
estaba contando toda la verdad, así que le dije:
- Se ha explicado Usted, muy bien. Pero creo que no está siendo sincero del todo.
- ¿Insinúa que, le estoy mintiendo!?
- ¡No! No es eso. Pero tengo la sensación de que me está poniendo vaselina.
- Si quiere que le entienda, tendrá que explicarse mejor.
- Mire, Don Armando... un proyecto como el que están realizando aquí, puede que
sea muy secreto para la ciudadanía en general, pero no creo que lo sea para
ciertas, autoridades.
- ¿A qué, autoridades, se refiere?
- Pues, en su caso concreto, permítame dudar de que, El Papa, ignore lo que está
haciendo.
- ¡Y a Usted, qué le importa!
- No me importa ni deja de importar. Solo quiero saber con quién me zambullo en
la pocilga.
- ¿De qué, demonios, de pocilga está hablando? Es Usted, un individuo repelente,
grosero y blasfemo. No tiene respeto ni por el, Santo Padre. Me estoy
arrepintiendo de haberle hecho venir.
- Usted no me ha hecho venir. Recuerde, soy el autor de esta historia.
- ¡Historia! ¿A esto le llama, historia? ¡Esto no son más que patrañas, delirios,
fantasías, alucinaciones! Qué mierda fuma, para sacar las conclusiones que saca.
- ¡Perdone! Para contar lo que hacen aquí, sin que nadie se lleve las manos a la
cabeza, voy a tener que fumar lo que queda de selva.
- Nadie se va a llevar las manos a la cabeza, en la situación que nos encontramos.
No estamos en el año 2000, cuando había que tener en cuenta la, Opinión Pública.
Parece que, Usted, no vive en este planeta. Se trata de informar para no pillar a la
gente por sorpresa. Informar, no significa contar la verdad. ¡A quién le importa la,
Opinión Pública!
- Creo que empezamos a entendernos. Me acaba de confirmar lo que sospechaba.
Dársela con queso a la ciudadanía, o como ya dije, metérsela con vaselina. ¡Bien!
Estoy dispuesto a colaborar. Si no lo hago Yo, lo hará otro, así que, me apunto al
Carnaval. Pero escuche lo que voy a decirle. Me siento manipulado, me están
utilizando para montar una patraña. La montaré, pero la haré a Mí, manera.
- En eso tiene toda la libertad del mundo. Pero de aquí no sale nada sin antes ser
revisado. Por cierto, tenga, es una clave para que pueda hablar con quién quiera.
No le diga a nadie donde está ni lo que ha visto. No olvide que todo se escucha y
se graba.

* * *

PURA FICCIÓN 22.
Desinformando.

Aquella misma noche, antes de acostarme, sentado tras la mesita de mi
habitación, comencé a desgranar un relato fruto de mi imaginación. Había quedado
con el Obispo, para entregárselo por la tarde del día siguiente, por si le cuadraba
con lo que quería. En realidad, no tenía ni la menor idea de cómo explicar todo lo
visto y oído aquel día. Tras meditar un buen rato, se me ocurrió que lo mejor sería
inventar una historia. Mejor dicho, una falsa historia. Al fin y al cabo, lo importante
no era el, cómo, sino el, qué. Dejando volar libremente mi imaginación, escribí:
- De fuentes bastante fiables, me ha llegado cierta información, según la cual, una
expedición científica, que exploraba una zona remota, en una selva africana, ha
hecho lo que se puede calificar como el mayor descubrimiento de la humanidad,
después de la Hazaña, del Gallego, Juan Pedro Cristóbal De Colón, más conocido
como, Pedro Madruga, el descubridor de América. En este caso, no ha sido todo
un continente, solo un pequeño y angosto valle, pero lo que en él hallaron,
revolucionará el mundo del conocimiento. Hace tiempo que se conocen las pautas
evolutivas de la especie humana, a partir de los Primates. Durante décadas se ha
estado buscando a nuestro antepasado más cercano, el llamado, Eslabón Perdido,
sin ningún éxito y, de repente, cuando ya nadie pensaba en encontrarlo, nos lo
hemos topado cara a cara. Al menos eso dicen quienes los han visto y como
pueden ver por las fotografías, puede que estén en lo cierto.
Como ya he dicho, el descubrimiento fue casual y fortuito, pero tuvo lugar después
de que unos Pigmeos, hablarán a los exploradores de los, Bayaacaa. Según sus
descripciones eran de piel clara, hablaban, y tenían la cabeza redonda como las
personas, pero no eran personas. Tampoco eran monos, ya que caminaban
erguidos sin apoyar nunca las manos en el suelo y eran capaces de manejar
piedras y palos para atacar o defenderse. Los Pigmeos, nunca se adentraban en
aquel valle, por qué estos Simios, eran más fuertes que ellos. Aconsejaron a los
exploradores que no fueran por allí. A algún Pigmeo que se había perdido o
atrevido a cruzar su territorio, nunca más lo volvieron a ver.
De momento se desconoce el lugar donde se han hallado estos Primates. La
expedición científica lo mantiene en secreto, por motivos de seguridad para la
propia especie. Al parecer hay muy pocos ejemplares, puede que menos de cien,
por lo que cualquier enfermedad propagada por humanos, podría matarlos a todos
antes de que puedan ser estudiados adecuadamente. Según ciertos rumores, van
a intentar trasladar a toda la población, a unos recintos controlados para evitar su
extinción y facilitar su estudio en profundidad. Existe la posibilidad de que sean tan
similares genéticamente a nosotros, que hasta podría darse la hibridación.
Quien da fe de tan sorprendente hallazgo, se encuentra en un país centroafricano,
desde el que intentará obtener más información. No se aconseja viajar a la zona
porque, últimamente se han detectado focos de Ébola y Viruela, además de la
Malaria, que ya es endémica y según cuentan, en algunas regiones está fuera de
control.
Son las tres de la madrugada. Acabo de releer por décima vez la trola que he
inventado, y si no conociera a quien la ha escrito, me la creería sin dudar.

* * *

PURA FICCIÓN 23.
Poniendo condiciones.

- ¡Vaya vaya! Esto está muy interesante. Sabía que detrás de esa frente había algo
más que un ladrillo de adobe. No sé de dónde sacó la fábula, pero la selva todavía
está ahí, no se la fumó.
Esto fue lo que, Don Armando, dijo después de leer la trola que había escrito.
Mientras hacía un gesto con los hombros, respondí:
- Me alegro de que lo encuentre interesante. De todas formas, espero que tendrá
algo que alegar.
- ¡Bueno! Aquí no tenemos Pigmeos ni Viruelas. Por lo demás, no, no tengo nada
que alegar.
- Los Pigmeos los puedo sacar y decir que la expedición se encontró con los
Bayaacaa, por casualidad. La Viruela la cambio por Tuberculosis.
- No, no cambie nada. Lo de los Pigmeos, me parece una idea brillante. Seguro
que más de un investigador autónomo, que quiera saber más del tema, les irá a
preguntar por los Bayaacaa. ¿Puedo saber qué significa la palabreja esta?
- Puedo decírselo, pero no lo haré. Usted tiene sus secretos y Yo, tengo los míos.
- ¡Apostaría a que es una estupidez!
- Puede que sea una estupidez, pero es, Mi, estupidez.
- Dejémonos de adivinanzas y vamos a lo que importa. En unos días, esto que ha
escrito, saldrá en las noticias de medio mundo. Usted no sabe nada, no ha visto
nada, no ha escrito nada, nunca ha estado aquí. Se lo digo porque dentro de dos
días se irá. Mejor dicho, nos iremos. Yo también me voy. Llegará una avioneta con
cuatro pasajeros y de vuelta nos llevará.
- Le puedo preguntar, ¿quiénes son esos pasajeros?
- Si me lo pregunta, solo le diré que son ingenieros.
- ¿Ingenieros? ¡No me dirá que han encontrado oro y van a abrir una mina!
- ¡Ingenieros genetistas! No ingenieros de minas. ¡A veces se muestra como una
mente privilegiada y otras parece un cretino!
- Bueno, son dos cosas diferentes que no tienen por qué andar separadas. Como
Usted y Yo, dos tipos distintos que comparten la misma mente.
- Puede que compartamos la misma mente, pero no el mismo espíritu. No me mire
con esa sonrisa de bobo, insinuando que el cretino soy Yo.
- ¡No he dicho nada!
- ¡Ni se le ocurra! Lo que tiene que hacer es escribir una segunda parte. En ella
dará algunos detalles de la vida de sus Bayaacaas dejando bien claro que, por su
bien, toda la comunidad ha sido recluida en un centro de atención para primates.
Por supuesto, no revelará ningún detalle de su ubicación.
- Me parece un poco prematuro. Ni siquiera se ha publicado la primera parte y ya
quiere una segunda. ¿No sería mejor dejar pasar un par de meses?
- Un par de meses, no. Serán dos o tres pares de meses, pero el escrito tiene que
quedar aquí antes de que nos marchemos.
- Parece que no se fía de Mí.
- ¡Pues claro que no me fío! Cuando salga de aquí, no tengo ninguna garantía de
poder contar con su colaboración. Además, si lo escribiera otra persona, se
notaría. Hay mucho conspiracionista que va por su cuenta.
- ¡Está bien! Mañana a esta hora le daré la segunda parte. Yo tampoco me fío de
Usted, y no le voy a preguntar qué haría si me niego. No quiero saberlo. Pero
espero encontrar en Mi, cuenta bancaria, la cifra que ponga a pie de página.

* * *

PURA FICCIÓN 24.
Otra trola.

Tal como le prometí a, Don Armando Maraña Segura, mi amigo el Obispo, al día
siguiente sobre la misma hora estaba sentado frente a Él, mostrándole la segunda
parte de la historia que me inventé, para dar a conocer al gran público la existencia
de unos Primates nunca antes descubiertos. Alargando su mano hacia Mí, dijo.
- Déjeme ver ese papel.
- ¡Papel! ¿Así que esto solo es un papel?
- ¡Venga hombre! No sé haga el interesante. Ya nos vamos conociendo, ¿no?
- ¡Demasiado! Así que para variar lo leeré Yo.
- ¡Está bien! Le escucho.
- En cierto rincón de una selva africana, los nativos hablan de una historia que ha
ido pasando de generación en generación. Una historia antigua que se pierde en la
noche de los tiempos. Según relatan, una hembra de chimpancé pigmeo, que
arrastraba el cadáver de su cría muerta, se acercó a un poblado donde descubrió
una niña que apenas tenía dos años. Dejando atrás la pequeña piltrafa, corrió
hacia la criatura y la secuestró. La gente del lugar, después de buscarla durante
días sin ningún resultado la dieron por muerta. Pasaron muchos años, ya pocos
recordaban lo sucedido cuando un cazador empezó a contar que había visto a
unos monos casi humanos. Nadie los había visto antes y casi nadie los volvió a ver
después, pero se decía que eran descendientes de aquella niña, que se había
apareado con un, Bonobo.
- ¡Vaya! Con leyenda y todo. ¡Fantástico!
Miré al Obispo que acababa de interrumpir mi lectura y continué:
-Posiblemente esto no sea más que una fábula inventada por los lugareños, para
dar sentido a la existencia de aquellos Primates. Unos Primates, de los que no
sabíamos nada y que casi no los descubrimos a tiempo para salvarlos de la
extinción. Según parece, la población es muy escasa y su estado de salud
bastante precario. Se dice que muchos individuos presentan conjuntivitis, una
enfermedad que afecta a los ojos, que puede llegar a causar ceguera. También
presentan gran número de verrugas en los pies, que les impiden caminar
correctamente. Debido a todos estos problemas, toda la población, unos ciento
veinte individuos, han sido recluidos en un recinto, para ser atendidos y estudiados
adecuadamente.
Quien les cuenta esta noticia, ha intentado localizar el lugar donde se encuentra
dicho recinto, pero no ha podido dar con el paradero en concreto. Es de esperar
que los responsables de tan sorprendente tarea, informen adecuadamente.
Terminada la lectura miré a Don Armando, que aplaudía lentamente mientras
decía:
- ¡Sí señor! Empiezo a estar muy satisfecho con Usted. Mi olfato me decía que era
la persona adecuada y no me equivoqué. Ayer me dijo que apuntaría sus
honorarios a pie de página. ¿A cuánto ascienden?
- Mírelo Usted mismo.
Respondí mientras le entregaba el papel.
- ¿Qué significan estos cuatro ceros?
- Es todo lo que me deben.
- ¿No va a cobrar nada?
- ¡No! No he visto nada, no he escrito nada, nunca he estado aquí. Por lo tanto, no
tengo nada que cobrar.

* * *

PURA FICCIÓN 25.
Creados o fabricados.

-Cuando llegue la avioneta, manténgase a cierta distancia. No preste ninguna
atención a las cuatro personas que vienen en ella. No necesita saber quiénes son,
ni ellos saber quién es usted, ni qué hace aquí.
Esto me recomendó el Obispo, nada más llegar a la pista de aterrizaje. A los pocos
minutos, la avioneta aterrizaba deteniéndose frente a la caseta que hacía las veces
de edificio aeroportuario. Mientras la furgoneta de la misión se acercaba, vi como
descendían seis personas. Don Armando, me había dicho que solo venían cuatro,
pero conté seis, cuatro hombres y dos mujeres. Una de dos, o le habían mentido, o
las mujeres no contaban. Mientras las observaba desde cierta distancia, tuve la
sensación de que estaba en lo cierto. Aquellas mujeres podían ser gestantes
voluntarias que no querían que nadie supiera lo que estaban haciendo.
Vi cómo el Obispo, con un gesto, me ordenaba subir a la avioneta, cosa que hice
de inmediato, sentándome en la parte de atrás. Él, subió poco después y tras
intercambiar unas palabras con los dos tripulantes, vino a sentarse a mi lado e
inmediatamente alzamos el vuelo de regreso a la civilización.
Sin haber cruzado palabra, aterrizamos en un aeropuerto bastante grande y nos
dirigimos a una sala, en espera del vuelo que nos llevaría a casa. Mientras
esperábamos sacó un pequeño libro y todo el tiempo estuvo ojeando las páginas.
Pienso que lo hacía para que no le dijera nada, así que me limité a juguetear con
el teléfono de bolsillo.
Ya en el avión, sentados uno junto al otro, volvió a sacar el libro y pude ver que se
trataba de un escrito bíblico, en el que se mencionaba a un tal, Elías. Viendo que
me interesaba por el tema me miró, preguntando:
- ¿Ha oído hablar del profeta Elías?
- Algo he oído. Creo que un carro de fuego descendió del cielo y se lo llevó.
- ¿Qué opinión le merece ese suceso? ¿Lo ve creíble?
- Si quiere que sea sincero le tengo que decir, no.
- ¡Ya! Es usted un hombre de poca fe. Supongo que tampoco creerá en los
Arcángeles, ni en los Ángeles.
Sospechando que me iba a dar un sermón, le dije sin rodeos:
- Mire, si tengo que creer en Arcángeles, Ángeles o Dioses, también tendré que
creer en los extraterrestres.
- Pues no va mal encaminado. Piense que estos seres no son de este mundo.
- No sé que intenta meterme en la cabeza pero le advierto, puedo decirle cosas
con las que no va a estar de acuerdo.
- ¡Dígamelas! Esté o no esté de acuerdo, ya será cosa mía.
- Supongo que lo habrá escuchado antes. Hay quien asegura que todos esos
seres celestiales, que dice la Biblia, anduvieron por la tierra, no eran más que
vulgares marcianos o algo parecido.
- ¡Vulgares! ¿Para usted, Dios, es un ser vulgar?
- No me considero tan superdotado para cuestionar la naturaleza de ningún Dios,
ya que primero tendría que estar seguro de su existencia. Lo que no se puede
negar es que lo del, Paraíso Terrenal, se presta a muchas interpretaciones.
- ¿Como cuáles?
- Según dice, creó animales machos y hembras para que se reprodujeran, ¿pero
solo creó un ser humano a su imagen y semejanza y hombre? No tiene sentido.
- Luego creó a la mujer.
- ¡Sí, luego! Cuando se dio cuenta de que no era bueno que el hombre estuviera
solo. Le diré mi manera de ver las cosas. Dios decidió crear a la mujer, después de
ver a Adán, corriendo como un berraco detrás de las gacelas.
- Es un obsceno irreverente y mal pensado. Ya ha sacado la vena venenosa,
atreviéndose a poner las, Sagradas Escrituras, en entredicho.

* * *

PURA FICCIÓN 26
El Jardín del Edén. Dioses alienígenas.

Como ya he dicho en alguna otra ocasión, no soy persona que me deje llevar fácilmente por los jugos gástricos, pero, lo de la vena venenosa, tocó mi fibra sensible tan profundamente que sentí la necesidad de decirle al, Señor Obispo, que no intentara hacerme creer literalmente lo que decían las Sagradas Escrituras. Poniendo como ejemplo el experimento que estábamos realizando en África, sin andarme con rodeos, dije:
- Ahora mismo, en su reserva para primates, están fertilizando óvulos híbridos con esperma humano, con el propósito de crear una nueva humanidad. Yo le pregunto, ¿pudieron venir seres extraterrestres a la Tierra y crearnos a nosotros usando los mismos métodos? Hibridando con sus genes a unos chimpancés u otros simios parecidos. Por lo que he leído en muchos libros sagrados, Dios, o los Dioses, crearon más de una humanidad y la cosa no salió bien a la primera, porque tuvieron que exterminarlas. El mismo Dios de la Biblia, arrasó con un diluvio todo cuanto había creado. No sé si usted se ha planteado, qué pasaría con los híbridos intermedios si también crearan machos y los dejaran reproducirse en libertad. Serian demasiado listos y civilizados para ser monos, pero demasiado tontos y salvajes para ser humanos. ¿Qué hacer con ellos? Mejor dicho ¿Qué hacen ustedes? Solo crean hembras, esperan a que sean fértiles, les extraen los óvulos una sola vez para sacar una nueva generación y esperan a que mueren de viejas. Pero para qué esperar años gastando recursos en mantenerlas. ¿No les saldría más a cuenta exterminarlas, como hacían los Dioses?
Tras un corto pero tenso silencio me respondió, diciendo:
- Usted y Yo, nunca nos pondremos de acuerdo en cuanto a lo de la creación por, Dios, del hombre y la mujer. Sé que mi punto de vista no le interesa así que le hablaré, mirando la perspectiva desde su horizonte. Ciertamente muchas de esas hipótesis con las que algunos razonan, podían tener alguna credibilidad, pero hay una cuestión fundamental, Dios, los ángeles, y demás seres celestiales, son incorpóreos. Espíritus que viajan por el espacio sin necesidad de ser transportados.
- Eso que acaba de decir, no es cierto.
- ¿Por qué hace esa afirmación?
- Porque se lo puedo demostrar. Cuando Dios desciende sobre la montaña para encontrarse con Moisés, según la Biblia, lo hizo en una nube de humo y fuego. Aquella nube lanzaba llamaradas y rayos. Producía unas explosiones tan inmensas que toda la montaña temblaba. Levantaba ráfagas de viento huracanado y abrasador. Toda la montaña quedó cubierta por un, espeso y negro humo. El señor gritaba diciendo a la gente que se apartaran o morirían, mientras se escuchaba una bocina que hería los oídos. No me negara que todo eso, se parece mucho al aterrizaje de un cohete.
Tras observarme un momento, afirmando con la cabeza, dijo.
-Así que, según usted, Dios bajó en un vulgar cohete.
- ¡Vulgar, no! Anticuado y prehistórico. Yo nunca he visto un platillo volante, pero dicen que son una maravilla tecnológica. No hacen ningún ruido, no lanzan ráfagas de viento ni llamaradas, no echan humo y hacen virguerías en el aire. La nave en la que bajó su Dios, caldera de vapor y carbón, o como mucho, pólvora y gasoil. Olía a azufre. ¡Penoso! ¡Ah! Y según el texto, Moisés se introdujo en la oscuridad donde le esperaba Dios. Y cuando le pregunto si podía mostrarle la cara, el Señor, le contestó que si le mostraba su cara moriría. ¡Pues sí que debía ser feo! ¡Mataba de susto!
- ¡Usted se burla de todo! Se ríe hasta de Moisés.
- No me hable de Moisés. No se achicharró de milagro. Cuando subió tenía la barba negra y al bajar se le había vuelto blanca por la radiactividad. Además, llevaba una carga de electricidad estática tan grande, que tenía los pelos de punta y le salían chispas de la cabeza. Cuando lo tocaban, daba unas descargas que tumbaban de espaldas, la gente creyó que eso eran poderes.
- ¡Veneno! Veneno es lo que usted tiene en esas venas. No le excomulgo porque sería excomulgarme a Mí mismo, ya que soy un personaje ficticio, que se ha inventado. Pero su negra alma arderá en el infierno.
- ¡Váyase a peinar hipopótamos al delta del Okavango, don Maraña!
Y con este mutuo desprecio entre Yo mismo, termino. Continuará.

* * *

PURA FICCIÓN 27
QUINTO TINIEBLO 1. La Barca de Eleuterio.

A los pocos días de llegar a casa, después de mi aventura en África, se publicó la primera noticia sobre una colonia de primates recién descubiertos, que podían ser el eslabón perdido. Era la falsa historia que Yo inventé y que todo el mundo creyó. Tanto fue así, que no tardaron en surgir debates en los medios, tantos que hasta Yo mismo llegué a pensar que era verdad. Uno de los debates que llamó mi atención, fue el que hizo un tipo que tenía un programa titulado, la Barca de Eleuterio. Me gustó tanto que acabé grabándolo para que lo escuchen íntegramente.
Se van encendiendo unas luces, poco a poco aparece un escenario oscuro y al fondo, detrás de una mesa de los tiempos de Alarico el Bizco, se va dibujando la silueta de un personaje siniestro. En realidad, se trata de un monstruo de cartón. La cámara gira lentamente hacia la izquierda, deteniéndose al encuadrar una mesa normal, con cinco individuos sentados en torno a ella, dos a cada lado y uno en la cabecera, hacia el que avanza hasta que se detiene y el tipo empieza a hablar.
- Buenas noches, amigas y amigos. Muy buenas noches. Si estáis cenando, qué os aproveche. Yo ya cené. ¡Sí! Acostumbro a cenar temprano, no porque tenga hambre. ¡No! Es por si luego ya no hay comida. Recuerden el refrán “ande yo cenado y ríase la gente”. Aquí conmigo, están estos cuatro amigos, amigos amigos, no sé si han cenado ni me importa. No me importa porque, aquí se viene a debatir y no a cenar. Por eso, no vamos a cenar, sino a debatir. El debate de esta noche les va a sorprender. Y les va a sorprender, no por lo que Yo diga. Yo, decir puedo decir muchas cosas, como el programa es mío digo lo que quiero. Ustedes están ahí para escuchar lo que Yo digo, y si no les gusta lo que digo, o no me escuchan porque están sordos, es su problema. El tema de esta noche es… ¡Un momento!
- ¡Cariño! ¿De qué íbamos a hablar esta noche? 
- ¿?
(Nota: Las interrogaciones representan a quien le habla por el pinganillo. El presentador continúa, diciendo.)
-Muchas gracias. ¡Qué haría Yo, sin Ti! Como ya les he dicho, esta noche vamos a hablar de los Primates. Pero no de unos primates cualquiera no. Vamos a hablar de nuestros padres. ¡A ver! No me mal interpreten. No estoy diciendo que sus padres sean primates, que sí lo son. ¡A ver! Cuando digo que son primates no quiero decir que sean simios como los de aquel planeta. Son primates de otro tipo, primates humanoides. Humanoides tampoco. ¡Humanos! ¡Eso! Primates humanos. ¡Joder qué lio me he hecho! Ya se me ha vuelto a olvidar de que iba a debatir hoy. ¡Ah, sí! De los monos esos que han descubierto en África. Monos que no son monos, son casi personas pero tampoco son personas. ¡A ver! Profesor Rique Chindente. Puede usted explicar a nuestros, tele espectadores, la magnitud de este hallazgo que ha sorprendido a la comunidad científica. Y no solo a la comunidad científica y a otras instituciones, también a Mí. Yo no me considero un experto, pero algo sé que sé. Porque lo más importante no es saber. Lo importante es saber que se sabe, aunque uno no sepa lo que sabe. Como soy una persona que le gusta dejar las cosas claras, mejor me callo y dejo que hable otro. ¡Profesor! ¡Profesor! ¡No se me duerma, hombre! No se duerma que queda feo dormirse en un debate tan apasionante, y le está mirando mi suegra, que no se pierde un programa, lástima que apenas ve y está más sorda que la tapa de una alcantarilla. ¡A ver, profesor! ¡Diga algo!
- ¡Sí! ¿Qué hora es?
- ¡Como que, qué hora es! Es la hora de hablar de lo que hemos venido a hablar.
- ¿De qué hemos venido a hablar?
- ¡Pues de eso! De lo que hemos venido a hablar. Dígaselo usted, señor Nevero.
- Hemos venido a hablar de lo que, ahora mismo, es el acontecimiento más importante para la humanidad. Ahora, en estos mismos instantes, mientras nosotros debatimos aquí, miles de debates se están realizando en otras partes del mundo. El hallazgo casual, llevado a cabo por esa expedición que exploraba rincones de la selva, hasta los que nunca había llegado el hombre moderno, nos ha revelado la mayor incógnita que la ciencia se había planteado, el origen de nuestra descendencia. Se cree que podemos estar, ante el eslabón perdido. Nuestro antepasado más próximo.
- ¡Bien dicho! Da gusto escuchar a quien sabe hablar. Qué dice usted Profesor Chindente.

* * *

PURA FICCIÓN 28
QUINTO TINIEBLO 2. La Barca de Eleuterio.

La falsa historia que inventé para contar a la gente que en algún lugar había unos simios muy especiales, fue creída al pie de la letra. Hoy seguiremos escuchando el debate que grabé para ustedes. El presentador, un tipo con pinta de ayudante de exorcista, acaba de solicitar la opinión de uno de sus colaboradores, quien responde:
- ¡Qué opino Yo! Lo que yo opine no tiene importancia. Aquí lo importante es lo que opinan los
expertos. Según el prestigioso primatólogo, Chinocomo Memorro, de la Universidad de Tokio, el antropólogo alemán Fanquestein Zubizarreta, de la universidad de Munich, la doctora Maria da Silva que Silva do Allo Porreiro e a Xesta Torcida do Monte de Riba, de la universidad de Coimbra. Así como otros muchos investigadores que investigan y no opinan, mientras que otros opinan sin investigar, como el que fuera cuñado de la reina de Inglaterra, que luego dejó de serlo por cuestión de cuernos. Esto viene a colación por aquello de, igual que la cabra siempre tira al monte, el mono siempre tira al árbol. Y no es casualidad que el mono tire al árbol. ¡Ni mucho menos! El mono tira al árbol en busca de sus ancestros y…
- En eso estoy completamente de acuerdo con usted. –Interrumpe el presentador, y continúa diciendo. - ¡Hablando de monos! ¡Qué monos son los monos! Yo, una vez fui al zoo y no me dejaron entrar. Ha pasado mucho tiempo, pero lo recuerdo como si fuera ayer. ¡Cariño! ¿Recuerdas cuando fuimos al zoo y no me dejaron entrar?
- ¿?
- ¡Ah! ¡Fue ayer! ¡Sí! Ahora lo recuerdo. ¿Por qué no me dejaron entrar?
- ¿?
- ¡Porque los bichos se estresaban al verme! Pero la culpa no es mía. La culpa la tienen los cuidadores. Como las entradas no dan para darles de comer, les ponen la televisión para que se entretengan.
- ¿?
- Y para entretener el hambre. ¡Ya!
- ¿?
- ¡Cuando ponen mi programa, el hambre se aburre y se va!
- Al hambre no hay que entretenerla ni aburrirla, hay que matarla. Matarla de verdad, de una vez para siempre. Yo no entiendo que, en todos estos años, con los adelantos que la ciencia ha logrado, aún no hayan inventado el matahambres. ¡No debería ser tan difícil! ¡Digo Yo! ¿Ustedes qué opinan? ¡No sé! Con unas vitaminas, unos polvos de talco, quizás con la herrumbre de un clavo o la bilirrubina de un grillo. Ustedes opinen y manden sus opiniones a la dirección que sale en pantalla.  A los primeros veinte opinadores, les regalamos un atizador de brasas y un saca-mocos.
- ¿? ¿? ¿?
- ¿Lo del atizador y el saca-mocos es para la tele tienda? ¿Qué me centre en los primates? ¡Cómo que no sea tan pesado! Es que yo no entiendo de monos. Lo mío son los fantasmas. También se me dan bien los extraterrestres. Cualquier cosa de la que se pueda hablar pero no se pueda demostrar. Así tendré programa hasta que me muera de viejo. En cuanto demuestre lo que digo, se me acaba el chollo. ¡Está bien! Ahora se lo digo. Señor Nevero, experto en ovnis, ufos, pufos y pitufos. De qué forma, esta expedición por las selvas africanas, encontró a estos simios. Tengo entendido que los nativos ya sabían algo.
- Se rumorea que una tribu de pigmeos, había tenido algún encuentro con ellos…
- Encuentros, al parecer no muy amistosos. Estos primates son pocos, pero agresivos. Seguro que cazan para comer y no le harán ascos a un buen muslo de hombre blanco.
- En principio no tenemos noticia de que sean agresivos y cacen personas…
- ¡Seguro que sí! Se lo digo Yo. Son bestias ancestrales que obedecen a los instintos básicos: huir, luchar, comer. Seres primitivos, pero, a la vez, casi humanos. ¡O eso dicen!
- ¡Si! Su apariencia es mucho más humana que la de otros simios. Lo extraño es que no se hayan localizado antes…
- ¡Perdón por interrumpir! ¡Extraterrestres!
Dijo el profesor Chindentes, levantando una mano.

* * *

PURA FICCIÓN 29                             
QUINTO TINIEBLO 3. La Barca de Eleuterio.
      
Esto es lo último que grabé de aquel programa en el que tres individuos debatían sobre la existencia de unos simios, casi humanos, hallados en África fortuitamente por una expedición científica. Una historia inventada por mí, que todo el mundo creyó. Había dejado al profesor Chindentes, con la mano levantada mientras decía.
- ¡Perdón por interrumpir! ¡Extraterrestres! Digo extraterrestres, porque se me vino a la memoria lo dicho por el asesor técnico de la casa blanca, pintada de azul, Matías Salomón. Este hombre presenció, junto a otro individuo que ahora mismo no me acuerdo como se llamaba, un objeto que dejaba algo en algún lugar no se sabe dónde…
- Estoy completamente de acuerdo con usted. – interrumpe el presentador, que continúa diciendo -Déjeme decirle a los espectadores lo agradecido que estoy por seguir viendo este programa. Este programa que, como ustedes saben, heredé de mi abuelo. Noventa años, noventa años emitiendo cada semana. Mucha gente ha nacido, crecido y envejecido viendo este programa. Desgraciadamente, muchos también han muerto, pero han muerto con la satisfacción de haber saciado su curiosidad porque, en este programa hemos tratado secretos, misterios, incógnitas y conspiraciones. Hemos aclarado tantas cosas que al final, nadie se ha enterado de nada. La pregunta es. ¿Ha valido la pena? Hay quien dirá que sí, hay quien dirá que no. Por mi pueden decir lo que quieran. A mi abuelo ya le dijeron de todo pero ahí está, vivo y dando la vara todos los días preguntando si ya han venido los alienígenas, no quiere morir sin verlos. Yo, por mi parte tengo otras preocupaciones, pasarle este programa a mis nietos. Noventa añitos más no son nada.
- ¿? ¿? ¿? ¿?
- ¡Si, sí! Ahora mismo. Gracias cariño por recordármelo.
- Volviendo al tema que nos ha traído aquí esta noche, Yo, me pregunto, ¿cómo es posible que esos simios, primates, monos o como se les quiera llamar, no han sido descubiertos antes? Dicen que pueden ser el eslabón perdido. El enlace entre nosotros y el antepasado común. Cuando los hayan estudiado a fondo ¿qué nos dirán? ¿Qué estarán diciendo ahora viéndose encerrados y privados de su libertad? Seguro que nos están diciendo de todo y nada bueno. Qué tiene que decir a este particular, señor Nevero.
- Ya era hora de que me dejara decir algo. Sobre ese particular diré que era necesario. Son muy pocos y su estado de salud bastante precario. Ahora todo el esfuerzo se centra en recuperar la especie y…
- ¡Claro, claro! Es comprensible. Libertad a cambio de seguridad…
- ¿Por qué me interrumpe? ¡Déjeme hablar!
- ¡Ya le dejo hablar! Para eso ha venido. Como invitado, como amigo, le doy la palabra para que diga lo que quiera.    
- ¡Y yo qué! –dice el profesor Chindente. -Yo también he venido a contar lo mío. A ver si ahora solo van a hablar ustedes dos.
- Usted también hablará. Espere a que le dé la palabra.
- ¡Qué espere a que me dé la palabra! Es usted la viva imagen de su abuelo. No da la palabra ni para pedir auxilio.
- ¡Profesor! Le tengo mucho afecto, pero no le permito calumniar a mi abuelo. Un hombre honrado, un gran divulgador, conocedor del espíritu humano.
- ¡De otra cosa no! – dice el señor Nevero. -Pero de espíritus y fantasmas sabia lo suyo.
- ¡Y de alienígenas! –Añade el profesor. -Pero en noventa años no ha logrado aportar ni una sola prueba física. ¡Yo ya se lo dije!
- No quiero faltarles al respeto porque, como mi abuelo, soy una persona honrada y responsable. Todo el mundo sabe muy bien lo que decía, cómo lo decía y por qué lo decía. Casi nunca sabía lo que decía, pero decía lo que sabía. ¡Mantengan la compostura!
- ¡Ni compostura ni leches! –responde el profesor levantándose de la silla. - ¡Cómo no me deja hablar, me voy del programa! En noventa años, nadie ha podido dar una explicación decente sin que le interrumpieran.
- ¡Espere! -le dice el señor Nevero. -Me voy con usted. Yo también estoy harto de tantas interrupciones. ¡Al cuerno!
- ¡Eso! ¡Váyanse! Les advierto que puedo estar hablando, Yo solo, durante noventa años más.  

* * *

PURA FICCIÓN 30
Volviendo a la realidad.

Tras el abandono de los dos tertulianos, el presentador no paró de hablar durante dos horas y media. Contó, explicó, sermoneo, predicó, profetizó, evangelizó, mareo, cansó y aburrió.
Dejando atrás todo lo dicho, aprovecho este mini capítulo para ponerles al día de cómo están las cosas actualmente. Estamos en 2.105, dos mil ciento cinco. Quien escribe acaba de cumplir 100, cien años. En un capítulo anterior comenté que, en estos tiempos, la ciencia ha logrado prolongar la vida de las personas sanas casi cincuenta años, así que a un servidor aún le queda tabarra que dar. Las cosas han cambiado mucho desde que mis ojos vieron por primera vez la luz del Sol. Este Sol milenario que alumbra las miserias y calienta los huesos de tantas y tantas criaturas que le deben la vida. Tras el curvo horizonte de este planeta que nos acoge como una madre acoge a sus hijos, pocos misterios quedan por descubrir. Más allá de lo que los ojos pueden ver o la mente pueda imaginar, está el respeto por la vida y la dignidad, no solo de las personas, también de todas las criaturas que caminan, nadan, vuelan o se arrastran, en este sagrado hogar llamado Tierra.
Quien se proclama autor de estas letras se define como irreverente y apolítico, por lo cual considera que todo puede y debe ser cuestionado, criticado, calumniado y reformado según las necesidades de cada tiempo. Los valores del pasado, cuando se alababa al guerrero por su valentía y capacidad para matar a sus prójimos, hoy son delito. Los valores del invasor que era admirado por su audacia en la conquista, hoy son delito. Y son delito los valores de quienes bajo la bandera del libre comercio, presuman de enriquecerse. También son delito lo que en otro tiempo era considerado como obligación, imponer por la fuerza religiones, cultos o culturas.
No estoy insinuando que todo lo de antes era malo y que ahora vivimos en un mundo perfecto. Antes había muchas cosas buenas que intentamos mantener, como las tradiciones no violentas que representan el alma de cada pueblo, sin importar el número de personas que lo componga. El respeto por las minorías que enriquecen a las mayorías aportando sus costumbres, nos ha hecho a todos más sabios, más tolerantes, más humanos y mejores personas. Pero todo esto no se ha conseguido de la noche a la mañana sin esfuerzos ni sacrificios. Fue necesario romper las garras de quienes se aferraban a los supuestos derechos y privilegios de toda la vida, para sobresalir ilícitamente por encima de los demás. Hoy, quizás no vivamos en una sociedad más libre, pero si bastante más justa.
No voy a alardear de que todos estos logros son fruto de la inteligencia de grandes personas, porque no es cierto. En realidad son fruto de las grandes pandemias que nos asolaron y aún nos asolan en estos días de relativa normalidad. Por ellas, fue necesario prescindir del dinero físico porque era un foco de transmisión de enfermedades. Por el mismo motivo también se eliminó el turismo de masas, que además fomentaba un mal comportamiento de las multitudes y grandes degeneraciones en hábitats, paisajes, yacimientos arqueológicos e incluso ciudades.
Ahora todo el dinero es virtual. Solo existen dos tipos de valores, uno para las grandes transacciones, que solo puede ser usado por gobiernos y grandes corporaciones legalmente constituidas y adecuadamente controladas por agentes externos. Y otro, para la ciudadanía en general y todo tipo de empresas independientemente del volumen de su negocio. Dentro de este valor entran, lo que se conoce como IMI, ingresos mínimos imprescindibles, que en este momento está adaptado al coste de la vida en cada país, pero se pretende alcanzar la igualdad en todo el mundo. Esta paga mínima es asignada a personas que no tienen otros ingresos para que accedan a la comida, ropa, calzado, electrodomésticos, otros aparatos de tipo portátil, espectáculos culturales y otras actividades sociales o de ocio. No se pueden comprar artículos de lujo, joyas, metales preciosos, vehículos de tierra, mar o aire, bienes inmuebles, tierras, ni hacer inversiones bancarias. Para acceder a estos lujos se tiene que disponer de las rentas del trabajo o cualquier actividad legal que genere ingresos.
La salud y la enseñanza es gratuita y universal en todo el planeta. También lo es la vivienda y la energía que ésta consuma, para quienes solo dispone del ingreso mínimo.
En el próximo mini capitulo os contaré más cosas de cómo vivimos en la actualidad. Algunas os sorprenderán.

* * *

PURA FICCIÓN 31
Un mundo más justo.

Continuando con lo dicho en el capítulo anterior, aprovecho el presente para contaros algo más sobre los cambios en la sociedad mundial. Cambios que no surgieron de la buena voluntad de ningún mortal, sino de la necesidad por mantener la especie humana libre del riesgo de extinción.
Cuando a nivel internacional se ordenó que, quienes quisieran viajar a otro país, obligatoriamente tenían que implantarse bajo la piel unos dispositivos que les identificaran de manera automática al cruzar una aduana, casi nadie protestó. La cosa era muy simple, o los ponías o no te quedabas en casa. En la actualidad casi nadie va desprovisto de estos dispositivos, que van contando la historia de tu vida allí por donde andas.
A mí no me preocupa que, al pasar frente a un detector, la biografía de mi vida quedé a disposición del agente de turno, no tengo nada que ocultar. Hay personas a las que sí le preocupa, porque si se encienden las luces rojas pueden tener serios problemas. Todas estas medidas y el hecho que se eliminara el dinero físico, ha llevado a la desaparición de casi todas las organizaciones criminales. Algunas intentaron sobrevivir financiándose con oro, plata, diamantes, joyas e incluso obras de arte, pero cada vez les resulta más difícil, y el riesgo de quedar marcado para toda la vida disuade a muchos posibles delincuentes.
La libertad y la justicia debían ir de la mano, cosa que tal vez llegue a suceder algún día cuando los humanos alcancemos una mentalidad superior. De momento, con la mentalidad que aún tenemos, la libertad está subyugada a la autoridad de la justicia, cosa que aceptamos de buena gana. El tiempo en que aparecían líderes políticos haciendo falsas promesas para que les votaran, se han terminado. Los gobiernos y los ministerios son administradores y administraciones de la riqueza común, sin trasfondos políticos. Cada cual puede creer o pensar lo que quiera, siempre que no influya en su manera de comportarse socialmente. Cualquier religión o filosofía que inculque comportamientos o dicte la manera en cómo han de actuar sus adeptos en la vida privada, está totalmente prohibida.
Otra cosa que quiero comentaros, es la forma en que la tecnología ha modelado y sigue modelando nuestra sociedad. Internet es global y gratuita para todos aquellos usos necesarios como la comunicación entre personas, la enseñanza, y otras muchas tareas necesarias y comunes a todo el mundo. Para otros usos, como el consumo de obras de autor, hay que pagar. También se pagan las visitas virtuales a museos, la presencia virtual a teatros y cines, en acontecimientos deportivos según decidan quiénes los protagonizan, y en todos aquellos eventos particulares o de masas que los organizadores decidan cobrar.
De momento creo que no tengo muchas más novedades lo suficiente relevantes como para mencionar. Quizás decir que la población humana se ha estabilizado en unos seis mil millones de personas, con tendencia a la baja. Que una de las mayores preocupaciones de las autoridades es el control de los usos que se da a la ingeniería genética, tanto en plantas como en animales. Que el número de hibridaciones en ambas ramas se va multiplicando exponencialmente de tal manera que, casi a diario nos sorprenden con un nuevo logro, desgraciadamente no todos para bien.
En cuanto a los experimentos sobre una nueva humanidad, parece ser que solo está progresando el que todos conocemos. Una o dos veces al año suelen publicar alguna cosa, siempre haciendo referencia a la historia que yo inventé. La gente suele hacer algún comentario, pero no aprecio que se le dé mucha importancia.
De vez en cuando visito el laboratorio del Profesor Crascara, quien me cuenta cómo evolucionan sus princesas. También recibo algunos correos de la persona más desagradable que conozco, el Señor Obispo, que como os he dicho, soy Yo mismo en versión eclesiástica. ¡Qué tipo más repugnante! Me ha caído mal desde el primer momento, prepotente, orgulloso, fanfarrón, mandón, sabelotodo y más mentiroso que un alcalde en campaña electoral. Todavía no se si en el Vaticano conocen sus andanzas, pero no me extrañaría nada que les esté engañando. Conociéndolo como lo conozco, éste le miente hasta al Papa, y como se descuide le quita el puesto. Menudo es Don Armando Maraña Segura, alias Yo.

* * *

PURA FICCION 32
Una proposición inesperada.

Aquel día fui a visitar al profesor Crascara a su casa, era la primera vez que me invitaba a su domicilio particular.
- ¿Puede pasar por mi casa el viernes sobre las seis de la tarde? Tengo algo importante que decirle.
- ¡De acuerdo! Pasaré.
Eso le respondí. Seguramente quiere hablarme de algún descubrimiento para publicar en prensa, no es la primera vez que lo hace, pero siempre lo tratamos en los laboratorios. Cuando llamé a su puerta, él mismo me abrió y tras saludarnos me invitó a pasar al salón. Mi sorpresa fue enorme cuando descubro al personaje que se levantó del sofá para saludarme, estrechándome la mano. Fue sorpresa por partida doble, el individuo era don Armando y por primera vez me recibía con educación, apretón de manos incluido.
- ¡Encantado de volver a verlo!
Dijo con mucha amabilidad. Le noté algo cansado y un poco envejecido, no en balde habían pasado casi una docena de años desde la última vez que nos vimos. Aunque sus modales parecían más amables, no así su mirada. Seguía siendo la de siempre, fría e inquisitoria, con aquel matiz prepotente que tanta rabia me daba. Sin andarme con miramientos, le dije.
- ¡Qué sorpresa! No le imaginaba aquí. Pensaba que ya estaría en un asilo contando sus batallitas a los ancianos sordos. Le noto bastante cambiado.
- El que no cambia es usted. Sigue siendo el vulgar, Masca Chicles, de toda la vida.
- Para su información le diré que nunca me han gustado los chicles.
- ¡Déjense de bobadas! -intervino el profesor. - Vamos a hablar de por qué estamos aquí.
- Eso es lo que quiero que me aclare. Siempre me cita en los laboratorios, no entiendo porque me ha hecho venir a su domicilio.
- Estamos en mi domicilio porque esta conversación ha de quedar entre nosotros tres. Nadie ha de enterarse, sobre todo por usted.
- ¿Por mí? -pregunte sorprendido. - ¡Ya me han preparado otra encerrona! Miren que ya he cumplido cien años y no estoy para grandes aventuras. Me la jugué una vez mintiendo por ustedes y la cosa salió bien, pero no pienso volvérmela a jugar. Si alguien me descubre, todo mi prestigio se irá por el sumidero. Por ahí hay miles de periodistas jóvenes esperando una oportunidad. Yo mismo les puedo presentar unos cuantos, que estarían encantados de colaborar con noticias falsas.
- Esta vez no se trata de noticias falsas.
- ¡Ah, no!
- No. Escuche tranquilamente y luego decida. Quiero proponerle algo muy importante que no tiene por qué aceptar. Se trata del Proyecto Evolución. En un par de meses vamos a proceder a la creación de la cuarta Generación de híbridos. Como ya sabe, hasta ahora todos han sido gestados por mujeres. Esta vez queremos intentar algo diferente. Tenemos un par de hembras muy desarrolladas que vamos a intentar que gesten sus propios hijos. Para fertilizarlas queríamos poder contar con usted.
Ante tal propuesta no pude callar ni un segundo más.
- ¡Lo siento señores! Creo que no vale la pena seguir hablando del tema. ¡Si es lo que estoy pensando, la respuesta a lo que sea, es no!
- Deje que el profesor la acabe de explicar de qué va la cosa. ¡Se escuece usted muy pronto!
- Mire, señor Obispo. Estoy seguro de que ha sido idea suya. Si pretende que me convierta en ángel anunciador, acaba de meter los dos pies en el mismo zapato. En cuanto a usted, profesor, nunca pensé que pensara en mí como si fuera un semental.
Viendo lo mucho que me enfadé, Don Leoncio me agarró una mano mientras intentaba tranquilizarme, diciendo.
- ¡Vale, vale! ¡Ya está! No vamos a hablar más de ello. Ya le dije que no tenía por qué aceptar. Solo estaba haciendo un razonamiento desde el punto de vista científico. No pretendía ofenderle.
Le miré unos segundos mientras recuperaba la compostura. Luego dije.
- Usted como científico tiene su visión, yo como periodista tengo la mía. Pero ni usted ni yo, conocemos cual es la visión de ese señor. Si pretende convertirme en el ángel del señor que anunció a María, me voy.
- ¡De acuerdo! Se puede ir cuando quiera, pero me quedaría más satisfecho si me escuchara un par de segundos.

* * *

PURA FICCIÓN 33
Una proposición inesperada 2.

Ante el ruego del profesor Crascara para que le escuchara antes de irme, decidí quedarme. Tras darme dos palmaditas en la espalda fue diciendo:
- Quizás me precipité al decirle que nos gustaría contar con su colaboración, sin haberle explicado de que van los términos. Queremos intentar, por primera vez, que dos de las hembras híbridas gesten sus propias crías. A diferencia de las anteriores hibridaciones, que han sido todas realizadas partiendo del esperma de donantes anónimos, esta vez necesitamos saber las características del donante por razones obvias. Necesitamos conocer el peso y la estatura. No puede ser muy corpulento ni obeso porque el feto puede ser demasiado grande para el vientre de la gestante. Un individuo de su estatura que no pese más de sesenta y cinco kilos, sería lo ideal. Por cuestiones de privacidad ha de ser un hombre mayor, libre, sin compromisos parentales, que no tenga que dar explicaciones a nadie. Necesitamos que su historial médico nos asegure que no padece ni ha padecido ninguna enfermedad derivada de una genética deficiente. También queremos que intelectualmente tenga un coeficiente destacado. Hemos hecho una selección con varios candidatos y las computadoras le han seleccionado a usted. ¡No tiene por qué aceptar! Solo es una propuesta. Volveremos a las computadoras. No será fácil pero ya encontraremos otro que reúna las mismas condiciones.
Por unos instantes los tres guardamos silencio. Yo les miraba, ellos me miraban. Sabía que Yo era quien tenía que decir algo, pero me tomé mi tiempo. No estaba del todo seguro si la decisión había sido de las computadoras o me estaban engañando. Tampoco se me ocurrió preguntar porque no me iban a decir la verdad, pero esto ya no tenía importancia. Lo importante era en cómo me afectaría el hecho de ser padre de unas criaturas no del todo humanas. Era consciente de que esas criaturas iban a ser utilizadas como cobayas. Quizás no debería importarme, pero sí me importaba. Lo mirara como lo mirara serían mis hijas. Con toda seguridad las vería crecer al lado de sus madres y no tenía ni idea de cómo me afectaría en lo personal. Podía decir que no, y marcharme a casa a dormir tranquilo, pero... ¿dormiría tranquilo evadiendo la responsabilidad y dejando a otro en mi lugar? ¿Y si había complicaciones? ¿Mi conciencia no me lo reprocharía? No escucharía una vocecita que de vez en cuando me murmurara… - ¡Por tu culpa! Pasando una mano por la frente, murmuré.
- Dios me guarde de mis amigos, que de mis enemigos me guardo solo. ¡Son un par de cabrones! Me han acorralado en un callejón, del que solo puedo salir saltando la tapia, para correr con el rabo entre las piernas como un perro apaleado. Pero este perro viejo sabe cuándo y dónde tiene que morder. Les advierto que no voy a hacer la donación y olvidarme dejándoles hacer a sus anchas.
- No veo por qué se pone tan exigente -me respondió el Obispo. - Ni que le hubiéramos pedido dinero, para asegurar los cobros. Y no presuma de viejo que Yo lo soy tanto o más.
- ¡Eso es mentira! No puede ser más viejo porque es una creación mía. A todos los efectos es mi hijo, y mira por donde, será hermano de sangre de quienes vengan a este mundo descendiendo de un servidor. Les diré que no me creo lo de las computadoras. Me han escondido porque les convengo y sabían que por principios no me negaría.
- No le hubieran escogido si no fuera tan pequeño.
- ¿Sabe por qué soy, tan pequeño? ¡Don Armando!
- ¡Dígamelo usted!
- ¡Porque soy hijo de un solo padre!
- ¡Está bien! -intervino el profesor. - Ya le he dicho que no tiene por qué aceptar. Esta conversación no saldrá de aquí. Nadie le reprochara haberse negado.
- ¡Claro que sí! ¡Yo, me lo reprocharía! Saben que emocionalmente no cualquiera cargaría con semejante San Benito. Ya me está afectando y ni siquiera les he dicho que sí. Cuando se empiece a conocer la verdadera historia, no sé con qué pan me voy a comer lo que me echen.
-Eso no tiene que preocuparle. Su identidad quedará oculta bajo unas claves informáticas. Nadie podrá saber jamás quien es. La única manera de que alguien se entere será si usted se lo dice.
- ¿Seguro?
- Totalmente. Para la ciencia solo será un archivo. Uno más entre millones. Incluso después de fallecer.
- Puede que solo sea un archivo, pero este archivo anda solo y pone condiciones. Se las enviaré a Don Armando Maraña. ¡Si me mueven una coma, olvidenme!
Ellos se creen que no me he dado cuenta, pero les he visto guiñarse el ojo. ¡Cabrones!

* * *

PURA FICCIÓN 34
Un sueño revelador

Salí de casa del profesor bastante enojado. Al cruzar una calle casi me atropella un coche por no prestar atención a las señales. Así había alterado mi ánimo aquella propuesta inesperada a la que no estaba seguro de poder complacer. Tal como había reflexionado anteriormente, podía ser donante y renunciar a todos los derechos, incluido el de información, de esta manera podía olvidarme de todo y seguir con mi vida bastante cómoda y tranquila. Podía hacerlo, pero, en el fondo de mi alma algo me decía que no lo hiciera, que la apuesta tenía que ser a todo o nada. O abandonaba negándole a ser donante, o aceptaba reconociendo la paternidad de las posibles criaturas, como máximo responsable al que deberían dar toda clase de explicaciones.
Por un instante sentí cierto alivio, al ocurrírseme que si exigía demasiados privilegios quizás no los aceptasen y me sacarían del proyecto. Eso es lo que haría, pondría tantas condiciones que con toda seguridad me descartaría. De esta manera me sacaba las moscas de encima y quedaba como un señor, pues ya les había advertido que no permitiría que me movieran ni una coma. Totalmente convencido, nada más llegar a casa me puse a redactar un borrador para presentar ante notario. Lo escribí tan deprisa y con tanta vehemencia que ni siquiera lo releí. Estaba tan seguro de que me dirían que no, que cuando me acosté ya ni pensaba en ello.
Maldito el hado que adormece los sentidos, anula la consciencia poniendo en su lugar imágenes sacadas del mismo infierno, volviendo los sueños en pesadillas. Aquella noche soñé la que jamás pensé que soñaría. De repente estaba en un lugar tenebroso, un bosque oscuro y frío en el que no podía ver nada. A tientas intentaba no salirme de un sendero empinado, estrecho, tortuoso, que no sabía a dónde me llevaba. Sentía un miedo profundo e irracional y la enorme pena de arrepentirme de algo que no llegaba a entender. Me embargaba la sensación de haber hecho algo malo, muy malo, tan malo que la desesperación se había apoderado de mí, hasta el punto de considerarme indigno, sin derecho a estar al lado de la gente. Me sentía culpable, rechazado, proscrito, despreciado, marginado, maldito. Estaba huyendo de algo que por más que corría no se alejaba de mí. Corría, tropezaba, caía, me levantaba, seguía corriendo. Sin aliento me detuve dándome cuenta de que nunca dejaría atrás aquello de lo que huía porque, intentaba escapar de mí mismo. Si, intentaba huir de mí, pero no sabía por qué. ¿Qué mal había hecho?
De repente el bosque desapareció y ante mí se mostraba una pradera frondosa que, rodeada de penumbra, se recortaba como una cartulina contra el fondo azul grisáceo de un cielo sin estrellas. A lo lejos me pareció ver un grupo de chiquillos, niñas y niños, que sentados en círculo parecían estar jugando a algo que les mantenía concentrados y en silencio. Aquella visión me hizo sentir una gran alegría y fui hacia ellos. No sabía quiénes eran, pero tenía la sensación de que me reconocerían y se alegrarían al verme. De repente desaparecieron, ya no estaban, solo había sido un espejismo, volvía a estar solo. El azul grisáceo del cielo se fue tornando oscuro hasta la total negrura. La pradera se convirtió en una laguna negra, en la que mis pies se hundían y no podía salir.
¡Maldita sea la hora! Bruscamente desperté. Me incorporé, encendí la luz, miré a ambos lados como si algo anduviera por la habitación. Me sentía muy mal, nervioso, sudoroso, con una gran pesadumbre y dolor físico en el pecho. Respiré con fuerza intentando salir de tan mal trance y fue cuando me di cuenta de que estaba cometiendo un grabé error.
Aquellos niños no podían significar otra cosa que los hijos que no tuve por quedar fuera del programa. Sentí que sus espíritus habían venido a reprocharme su inexistencia física. Era demasiada responsabilidad.
Lentamente me levanté, fui hasta la salita, abrí el ordenador y me puse a redactar otro borrador con unas condiciones mucho menos exigentes. Al terminar inmediatamente lo remití a los correos del director y el obispo para someterlo a sus juicios. Luego volví a la cama convencido de que mi obligación era dejarme llevar. Posiblemente el futuro ya estaba escrito desde antes de que yo viniera al mundo. Y tal vez vine al mundo para eso.

* * *

PURA FICCIÓN 35.
¡Va a ser padre!

Unos seis meses después de haber hecho la donación, recibí un correo del profesor Crascara, que decía textualmente.
- ¡Enhorabuena! De momento todo marcha bien. Tenemos a dos princesas embarazadas.
¡Tremendo! No lo podía creer. De repente sentí una sensación imposible de definir. No sabía si estaba contento o contrariado. Hay cosas que si no se viven no se pueden entender, ésta era una de ellas y no tenía palabras para explicar cómo me sentía. Por unos instantes fue como si se encendiera una luz iluminando mi vida gris y monótona. Vi como ante mis ojos se abría un horizonte inmenso, infinito, que me proyectaba más allá de mi propia existencia. Me pareció que toda mi vida pasada era insignificante, que en cien años de existencia no había hecho nada que valiera la pena. Mi trabajo, mis logros como profesional, incluso mi familia, no eran más que vulgares pequeñeces al alcance de cualquier mortal. En realidad, mi vida, mi auténtica vida, acababa de empezar.
Sentí como si flotara en una nube que se elevaba hasta el infinito y, a pesar de que nunca fui un hombre de fe, tuve la sensación de estar ante una presencia magnífica de dimensiones ilimitadas, representada por una luminosidad propia que no procedía de ningún astro, complacida con mis hechos, lo que me hizo ver que nada sucede por casualidad.
Siempre creí y sostengo, que la inteligencia forma parte del Universo. La inteligencia, igual que la oscuridad, no se puede palpar ni medir, no se puede guardar ni acumular, escapan de las leyes de nuestra física, contrariamente a la luz, que es medible, controlable, previsible y manejable. Hablar de oscuridad y de inteligencia es adentrarse en una dimensión que está más allá de la realidad. Una dimensión en la que nuestro conocimiento, nuestro razonamiento y nuestra mente racional no encuentran sentido. Aquella luz que lo iluminaba todo, no deslumbraba, no producía calor ni sombra. Era fresca, agradable, confortable, y tuve la sensación de que me alimentaba. Sí, algo se despertó en mí, para hacerme comprender que bajo aquella luz era posible vivir eternamente sin necesidad de comer ni beber. Era la luz de la oscuridad, de la que partimos y a la que deberíamos volver, si está vida ha valido la pena.
Me tuve que golpear la frente con ambas manos, para salir de aquel trance. Jamás pude imaginarme en tal situación. Era como si de repente, mi existencia se prolongara más allá de mi propia muerte, expandiéndose por el espacio hasta más allá del infinito.
Seguramente no entenderéis nada de lo que os cuento, y os preguntaréis de dónde he sacado tantos razonamientos absurdos. No sé de dónde han salido, pero juro que me quedo corto en explicar todo lo que pasó por mi cabeza, y tal como ya dije, hay cosas que para entenderlas hay que vivirlas.
Dejando a un lado el mundo no físico, vuelvo a la vida real para retomar el control de los acontecimientos, los cuales han despertado en mí unas ansias tremendas que me fuerzan a visitar el centro de investigación. Aprovechando que una de mis condiciones fue, poder visitar el centro cuando me apeteciera y quedarme allí todo el tiempo que quisiera, con todos los gastos pagados, puse mis deseos en conocimiento de cierto enlace que sin demora me facilitó billetes y demás requisitos para llegar sin contratiempos.
A estas alturas sería lógico que pudiera dar información sobre la organización encargada de llevar a cabo los proyectos de evolución, que instituciones o gobiernos participan, quienes son los científicos, como se financian, y de qué manera, en casi cuarenta años, han logrado mantenerse fuera del punto de atención del gran público. Sería lógico que os pusiera al corriente, pero a estas alturas, apenas se nada de nada con respecto a todo eso. Mi odiado otro yo, el señor Obispo, cuando aceptó mis condiciones, me dejó muy claro hasta donde tenía derecho a la información, diciéndome:
-Limítese a preguntar solo aquello que le implique personalmente, y cuanto menos sea mejor. Hable solo de estos temas con personas de la organización que conozca y tenga cierta confianza. Sepa que nadie está autorizado para contar a desconocidos cuál es su papel dentro de la organización, y usted uno de los que menos debe hablar, ni siquiera con las personas de su familia. Esta totalmente prohibido cuestionar los métodos empleados, así como escribir diarios, cartas u otros documentos con información sensible. En resumen, cuanto menos sepa mucho mejor.
Continuará. H.F.F.



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